Comentario:
Para quien desee saber la verdadera historia de
Afganistán y de lo que ocurre en ese país devastado por la guerra de intereses,
este artículo, que lo colocaremos por partes, es una gran fuente de consulta.
El artículo data del año 2009, pero está más vigente que nunca. Quién desee
consultar, conocer más, opinar o comentar, háganlo, este es el lugar para
hacerlo.
PETER LEE es un hombre de negocios que ha pasado treinta
años observando, analizando y escribiendo sobre asuntos asiáticos. Se lo puede
contactar en: peterrlee-2000@yahoo.
Cuando la campaña
encubierta para abastecer a los combatientes afganos, en particular a Hekmatyar,
se hizo tan grande que la CIA había agotado las fuentes tradicionales de abastecimiento
armamentístico clandestino, China felizmente asumió el deber rentable de proporcionar
armas y balas de sus fábricas. China incluso proporcionó mulas para aliviar la famosa
escasez de transporte ocacionada por la avalancha de material.
El canal de
Pakistán-ISI-JI-Hekmatyar es ciertamente familiar y cómodo para el gobierno
chino, y Pekín ha estado en contacto con Hekmatyar desde hace años.
Cuando reapareció
Hekmatyar en Afganistán en 2002, Syed Saleem Shahzad del Asia Times escribió:
Fuentes dentro de la HIA han dicho que la organización ha restablecido el contacto con el gobierno chino. En el pasado, Pekín ha culpado a la HIA de agitar un levantamiento religioso en la región noroccidental musulmana de Xinjiang, pero Hekmatyar ha hecho grandes esfuerzos para aplacar a China, así como instar a los líderes musulmanes en Xinjiang para que detengan la agitación separatista. Beijing dice que aprecia estos esfuerzos, pero todavía está por verse hasta qué punto China va a dar apoyo a la lucha libertaria afgana contra las tropas extranjeras, si es que lo da.
Fuentes dentro de la HIA han dicho que la organización ha restablecido el contacto con el gobierno chino. En el pasado, Pekín ha culpado a la HIA de agitar un levantamiento religioso en la región noroccidental musulmana de Xinjiang, pero Hekmatyar ha hecho grandes esfuerzos para aplacar a China, así como instar a los líderes musulmanes en Xinjiang para que detengan la agitación separatista. Beijing dice que aprecia estos esfuerzos, pero todavía está por verse hasta qué punto China va a dar apoyo a la lucha libertaria afgana contra las tropas extranjeras, si es que lo da.
Dado que las
condiciones en el oeste de Pakistán se han deteriorado, China ha respondido a
través del acercamiento a la JI, recibiendo a una delegación de alto nivel del
partido político islamista en Beijing, Xian, Shanghai este mes de febrero. Un
memorando de entendimiento que confirma el principio de no injerencia en los
asuntos internos de China, es decir Xinjiang fue firmado, y el jefe de la JI
regresó a Pakistán con palabras de elogio para la República Popular China.
En cuanto a la
importancia de esta iniciativa, cabe destacar que la influencia de la JI hacia los talibanes es prácticamente inexistente. El rival político de la JI en
el oeste de Pakistán, el JUI, maneja a los madrazas Deobondi que dieron vida a
los talibanes y han sido designados como interlocutor del ISI con los
talibanes.
Ahora, incluso el
JUI se ve obligado a tomar el dictado de los militantes cada vez más asertivos
e intimidantes.
La JI sería de
valor práctico para China si el gobierno de Zardari cae, y la JI entra a la
coalición de gobierno con su aliado político, el secularista PML-N de Nawaz
Sharif. Un enlace cercano del JI que también podría ser de utilidad si China quiere
tener la opción de canalizar la ayuda a Hekmatyar en un esfuerzo anti-talibán.
La posición
coherente de Hekmatyar ha sido que él quiere a las fuerzas militares
extranjeras fuera de Afganistán, y luego lo mezclaran con sus enemigos
elegidos.
De hecho, parece
políticamente imposible para Hekmatyar poder combatir a los talibanes en
alianza con las fuerzas estadounidenses y de la OTAN y un régimen respaldado
por Occidente.
En 2002, la revista
Time lo citó diciendo: "Nosotros preferimos la participación en la guerra
interna en lugar de la ocupación por parte de extranjeros y de tropas extranjeras".
La militancia sin
compromiso de Hekmatyar, en especial su voluntad de luchar contra los talibanes
y su enfoque sin tomar en cuenta las consecuencias y daños colaterales al
pueblo afgano, puede llegar a ser la música que las potencias interesadas en la
región quieren oír.
Sin embargo, la
posibilidad de elegir entre llevar a cabo una campaña de contrainsurgencia
impopular dependientes de las tropas extranjeras o desatar a Gulbuddin
Hekmatyar para que combata a los talibanes por sí mismo no es una gran opción.
Queda por ver si el
envejecido Hekmatyar puede hacer frente a los talibanes, que guió a esa fuerza
en 1996, él mismo.
En contraste con la
explotación a Hekmatyar usando la fuerza y el dinero, una insurgencia pastún
impulsada por el dinero
extranjero y la experiencia del ISI, los talibanes han demostrado ser
terriblemente potencia.
Los talibán bajo el
mando de Mullah Omar no sòlo son un grupo de intolerantes fanáticos dirigidos
por un líder carismático que se imagina a sí mismo como un instrumento de Dios
en la tierra.
Los Talibanes son una
fuerza militar sumamente adaptable, aprovechan la amistad, los activos, y la
experiencia de contrabandistas pastunes del sur, los narcotraficantes afganos,
el ISI, los oficiales de la facción Khalq del gobierno afgano de turno y, por
supuesto, al-Qaeda, para afianzarse como el poder dominante en una amplia
franja de Asia central Pastún, desde los campos de amapola de la frontera iraní
hacia los valles altos pastunes a menos de 100 km de la capital paquistaní de
Islamabad.
Mientras los talibanes crecen en fuerza, se desvanece
Hekmatyar, y las esperanzas de un gobierno nativo afgano capaz de imponer
condiciones a Mullah Omar se desvanecen también.
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