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15 noviembre, 2012

Carta abierta a los Banksters del Ecuador



Raúl Vallejo Corral 


Señores
Banksters del Ecuador

De mis consideraciones:

El día de ayer recibí en mi dirección personal de correo electrónico una carta circular enviada por el banco a sus clientes. La base de datos de vuestra institución ha servido, en claro abuso de poder informático, para difundir una posición política cargada de verdades a medias que terminan configurando una mentira completa. La carta de ustedes ha pretendido crear una situación de alarma completamente falsa sobre el futuro inmediato del sistema financiero del país pero, afortunadamente, los banksters carecen de credibilidad ante la ciudadanía.
En 1999, ustedes nunca enviaron una misiva que advirtiera a los ecuatorianos las dificultades del sistema financiero que en ese tiempo existían y las posibilidades reales de perder nuestra moneda nacional como resultado de ese perverso maridaje que, en aquellos años, hubo entre el poder político y el poder financiero. El origen de esa debacle estuvo en la Ley de Régimen Monetario, de 1994, expedida por la alianza del gobierno de Sixto Durán Ballén con el Partido Social Cristiano, como parte del famoso Pacto del Cortijo acordado entre León Febres Cordero y Alberto Dahik. En ese momento, el equipo económico del gobierno —básicamente el mismo que tuvo Jamil Mahuad al inicio de su régimen— dijo que los bancos ineficientes quebrarían y que únicamente sobreviviría la banca viable. El dios mercado, al que ustedes veneran, se encargaría de ello. Lo que sucedió ya lo sabemos: más de cuatro mil millones de dólares tuvo que pagar el Estado para salvarle los trastos a la banca y a los banksters.
Ustedes pretenden hacer creer a los clientes que la economía del país anda bien porque los bancos se volvieron cuidadosos de los ahorros. Lo que no dicen es que el Estado tuvo que expedir nuevas leyes para aumentar controles y regulaciones a una banca a la que no se puede permitir que la “regule el mercado” porque inmediatamente se llena de préstamos vinculados, intereses de usura, cobro arbitrario de los servicios bancarios, lucro indebido por la impresión de cheques, depósitos especulativos en el exterior, o escalas salariales que van en desmedro de las utilidades a las que tienen derecho todos los trabajadores de la institución. Tampoco dicen que la economía del país está sana porque existe un gobierno que ejecuta una política económica centrada en los intereses del ser humano y no en la avaricia del capital.
Insinúan que el gobierno querría que los bancos se manejen con criterio político y no técnico como, supuestamente, ustedes lo hacen. Ya se han olvidado que, hasta poco más de un lustro atrás, los ministros de Finanzas eran por lo general, ellos mismos, “préstamos vinculados” de la banca al gobierno de turno. También se han olvidado que poderosos banqueros en su momento fueron financistas de las campañas presidenciales. Recordemos los 3 millones de dólares que Aspiazu donó a la campaña de Mahuad y que fue determinante para que el gobierno decretara el feriado bancario. Vuestro actual candidato a la presidencia, el banquero Guillermo Lasso, fue nombrado primero Gobernador del Guayas y luego Superministro de Economía del gobierno demócrata cristiano de Mahuad, y tiene una enorme responsabilidad en el manejo de la crisis económica de aquellos años. Filanbanco, hacia fines de 1998, había recibido alrededor de 300 millones de dólares para su salvataje —una cifra similar a lo que se requiere para aumentar el Bono de Desarrollo Humano a 50 dólares—, millones proveniente de todos los ecuatorianos. ¿Fue técnico o político socializar las pérdidas?
De manera irresponsable para con el país y para con el mismo sistema financiero, ustedes han propalado entre sus clientes el rumor de que podría existir alguna medida gubernamental que pondría “en riesgo los ahorros” del público y, frente a aquella hipotética situación, ustedes defenderían a los clientes. Lo que no aclaran es que por primera vez existe en el país un gobierno independiente de los intereses de la banca y en donde ustedes ya no tienen influencia. Lo que no aclaran es que el poder político que han perdido pretende ser recuperado a través de un banquero que hoy está de candidato a la presidencia y que cuenta con el apoyo de la prensa mercantil. Lo que no aclaran es que ustedes, acostumbrados a socializar las pérdidas, son renuentes a la redistribución social de la plusvalía.
Atentamente,

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