http://www.attac.es/2012/11/19/como-contar-la-crisis-espanola-hablando-de-ecuador/
Rafael Correa llegó ayer por la
tarde a la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla en olor de multitudes. Venía
a contar cómo salió Ecuador de la crisis de su deuda o cómo él dijo “de la
larga noche neoliberal” en la que hundieron a su país en la década de los
noventa: la acción conjunta de banqueros insaciables, políticos corruptos y
gobiernos ciegamente obedientes a las recetas desreguladoras del Fondo
Monetario Internacional y del Banco Mundial. Parecía que estaba describiendo lo
que está pasando en España y en el sur de Europa, porque la descripción del
proceso seguido era casi una calcomanía, así que para no provocar conflictos
diplomáticos advirtió desde el principio de la conferencia que “no venía a dar
consejos al Gobierno español de cómo salir de la crisis sino a describir lo que
había pasado en su país”.
La sala de la conferencia estaba
abarrotada de estudiantes y otras tres aulas más en las que se seguía su
intervención por videoconferencia. Aún así, el aforo estaba desbordado. Fuera,
en el campus, un montón de estudiantes que se había quedado sin sitio,
estuvieron gritando durante media conferencia: “¡Que salga Correa!”.
El presidente de Ecuador fechó el
origen de los problemas económicos de su país en la década de los setenta, en
pleno boom petrolero. En esos años Ecuador crecía a un ritmo del 10%, más
rápidamente que China en la actualidad. Entonces, cuando había exceso de
liquidez, empezaron a aparecer por Quito los burócratas del FMI, del BM y de la
banca internacional predicando el endeudamiento agresivo. El país comenzó a
comprar compulsivamente en el exterior, de todo, y por supuesto también,
carísimos paquetes de armamento.
En el 82 Ecuador ya no pudo pagar
su deuda y la situación explotó. Entonces, dijo, “entró en funcionamiento la
lógica financiera del FMI que prioriza por encima de todo el pago de la deuda”.
Los gobiernos ecuatorianos se vieron en la necesidad de endeudarse una y otra
vez para poder pagar los intereses, cada vez más altos, de una deuda que seguía
creciendo. “El objetivo de la economía pasó a ser el pago de las deudas del
propio estado y de los bancos, mientras la población se iba empobreciendo”
añadió, mientras los estudiantes empezaban a aplaudir con fervor. “El círculo
infernal en el que están ahora Grecia y Portugal”, sostuvo Correa, que no
mencionó en esta ocasión a España, por educación con el país anfitrión.
En Ecuador, subrayó el
Presidente, “la deuda privada interna (la de los bancos) se pagó a base de
préstamos externos, pero a costa de endeudarse el Estado”. Tampoco en esta
ocasión habló de España, pero recordó que hace dos años en una visita a
Portugal ya advirtió al gobierno luso del riesgo de que eso mismo ocurriera en
el país vecino. Vaticinio cumplido.
El siguiente paso que dio Ecuador
también es conocido en estos lares: “Fue el de las privatizaciones, las
desregulaciones y los recortes sociales, predicados por el consenso de
Washington, la biblia del neoliberalismo para América Latina”. (Algo similar a
lo que ahora predica Berlín o Bruselas). “Nos impusieron leyes”, dijo el
presidente, “que decían que impulsaban la competitividad y la flexibilidad en
el trabajo, lo que es lo mismo que explotar a los trabajadores”, aclaró a unos
estudiantes que seguían aumentando aplausos y entusiasmo. “Satanizaban el gasto
público, cuando era para pagar a los maestros, pero no para comprar armas”,
volvió a aclarar.
En esta coyuntura llegó Ecuador
al año 2000 en el que quebraron 16 bancos. “Entonces los políticos, que no
representaban a los ciudadanos, sino a los poderes económicos, hicieron todo lo
posible para que la crisis la pagara el pueblo”, dijo cuidándose mucho de no
mencionar a España, mientras las cuatro salas aplaudían a rabiar. Correa señaló
que poco antes de la quiebra el gobierno de turno puso en marcha un Fondo de Garantía
de Depósitos, lo que no hubiera sido una mala idea, si no hubiera tenido como
objetivo cubrir las pérdidas de las entidades financieras que quebraron
inmediatamente después. “Así se socializaron las pérdidas de la banca”. El
presidente ecuatoriano se mantuvo firme en su línea de no hacer comparaciones
con España.
El “corralito” ecuatoriano se
llamó encautamiento de depósitos. Es decir, la prohibición del Gobierno de que
los ciudadanos utilizasen el dinero que tenían en los bancos. Luego llegó la
dolarización, los suicidios (“llegamos a conocer un nuevo fenómeno, el suicidio
infantil”) y la emigración de millones de ecuatorianos. (Algunos de los cuales
estaban presentes en la conferencia).
Correa criticó abiertamente la
independencia del Banco Central Europeo “que no está haciendo lo necesario para
que Europa salga de la crisis”. “La idea de que la economía no es política,
dijo, no resiste un análisis serio y es una estupidez argumentar que los
tecnócratas que la dirigen toman decisiones sin intereses políticos concretos,
como si fueran seres celestiales que no están contaminados por la maldad
terrenal”. A estas alturas el público estaba entregado. Luego se dirigió a los
estudiantes y les espetó: “La burocracia financiera internacional cuando tomas
decisiones no está pensando en solucionar vuestro paro, está pensando en el
pago de la deuda”. Y lo dijo con la elegancia de poner cómo sujeto de esa
acción a la burocracia internacional… no a los políticos locales.
Fue más directo al evocar una
pancarta que había visto en Sevilla esta mañana y que decía: “Gente sin casas y
casas sin gente”. “Si se sigue la lógica de los poderes financieros se va a
llegar al peor de los mundos posibles, en el que las personas no tienen casas y
los bancos casas que no necesitan”. Los desahucios son inhumanos, dijo, y “no
tiene lógica que alguien que devuelva la casa, por no poder pagarla, permanezca
endeudado de por vida”. El presidente explicó que cuando llegó al
Gobierno en el 2007 tomó varias medidas inmediatas: eliminó la hegemonía de su
banco central, auditó y reestructuró la deuda, eliminando el tramo de “deuda
ilegítima” y recomprando bonos a un 35% de su valor nominal. Después pagó el
resto, “para librarse de la condicionalidad del FMI cómo hizo Brasil o
Venezuela”. Correa terminó recordando que “expulsé de Quito a la misión del
Banco Mundial y hace seis años que la burocracia financiera internacional no ha
vuelto por mi país. Ahora estamos mejor que nunca”.
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