En la medida en que se acercan
las elecciones generales en Bolivia, previstas para 2014, Estados Unidos acelera
la puesta en marcha de viejos y frustrados métodos de subversión, muy bien
conocidos en varios países de Latinoamérica, y que han sido experimentados
contra Cuba desde los primeros años de su Revolución, en la década del 60 del
pasado siglo.
Realmente, Washington ha
demostrado que carece de iniciativas en su actuar beligerante contra los
procesos revolucionarios, lo cual se descubre fácilmente si se indaga solo un
poco en la historia de sus andanzas perversas e ilegales para conseguir
derrocar gobiernos en América Latina, a los que considera “adversarios”.
Entre las principales medidas
incluidas en los planes de subversión de los regímenes norteamericanos y sus
servicios secretos, como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), sobresalen
denigrar continuamente acerca de los máximos líderes de los procesos
revolucionarios, crear falsas contradicciones entre sus principales dirigentes,
alentar y exacerbar conflictos locales y con naciones vecinas, y fabricar
“opositores”, financiados sin escrúpulo alguno por el Pentágono.
Bolivia es hoy blanco de ese
caduco y chapucero accionar de Estados Unidos motivado porque el presidente Evo
Morales es un “enemigo” a destronar en esta región, debido al proceso de cambio
que protagoniza en su país a favor de los más desposeídos, además de por su
diáfanas posturas antiimperialista e integracionista.
Una campaña mediática contra Evo
vinculada a su supuesto patrimonio personal se ha intensificado en las últimas
semanas con la complicidad de “portavoces” conservadores sin prestigio alguno,
y medios de prensa en poder de la débil y desacreditada derecha tradicional
boliviana.
Paralelamente, se pretende desde
el exterior e internamente hacer ver, sin fundamento alguno, que existen
“profundas divergencias” entre el Presidente de Bolivia, y su Vicepresidente
Álvaro García Linera, utilizando para ello elementos racistas y de carácter
étnico, dado el hecho concreto de que el mandatario es indígena, y su segundo
de raza blanca.
Se ha llegado incluso a publicar,
por un medio desconocido de un país sudamericano, que Linera estuvo implicado
en un supuesto atentado contra Evo, lo que constituye un verdadero embuste,
ideado evidentemente para lograr el añejado precepto imperial de “divide y
vencerás”.
Vale recordar que Washington
aplicó, y aun las pone en práctica, idénticas campañas contra Cuba para hacer
creer que entre el líder de la Revolución, Fidel Castro, y el actual presidente
Raúl Castro existen contradicciones de fondo.
Similar hace contra la isla
caribeña, y lo materializa actualmente en Bolivia y otras naciones
latinoamericanas como Venezuela, Ecuador y Nicaragua, la fabricación de
“opositores pacíficos”, personajillos que no paran de repetir como papagayos
falacias, y criticar sin argumentos cualquier determinación de los ejecutivos
progresistas de la región, por bien pagadas instrucciones de Washington.
Las autoridades y el pueblo
bolivianos deben estar preparados para esas embestidas de Washington, muy bien
coordinadas con los sectores derechistas nacionales, las cuales se
intensificarán sin duda alguna en lo adelante de cara a los comicios de 2014.
Incluso es de esperar que las
campañas contra Evo incluyan rumores sobre su estado de salud, como lo han
hecho en repetidas ocasiones con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y
otras tantas incontables, con Fidel Castro.
Los métodos y el objetivo final
de la Casa Blanca y sus servicios especiales son bien sabidos, pero no por ello
pueden ser menospreciados, aunque es cierto también que en los últimos años han
fracasado por los vientos revolucionarios y de unidad que soplan con fuerza en
Latinoamérica.
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