Les faltó decir que también es masón...
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Alguien dijo que había políticos violinistas, que cogían el poder con la izquierda pero que lo tocaban siempre con la derecha. Decimos esto porque la izquierda no socialdemócrata (o quizás sí pero con otro nombre de apariencia más izquierdista) apoya una y otra vez a los candidatos socialistas (en el caso de España, tenemos a IU apoyando en Andalucía, Asturias y en cientos de ayuntamientos al PSOE) para que “no gobierne la derecha”, y a la vuelta de la esquina los socialdemócratas hacen aquello para lo que han nacido: aplicar políticas de derechas.
¿Recuerdan los lectores y las lectoras insurgentes el gran despliegue mediático cuando el líder del PSF, Francoise Hollande, ganó a Sarkozy? Se dijeron cosas como que la izquierda volvía a ganar en Europa, y se cambiaba por fin la tendencia. Por si fuera poco el Frente de Izquierdas (del que el Partido Comunista Francés es parte fundamental) y los Verdes dieron sus votos para que Hollande fuera elegido. Han pasado muy pocos meses y ha ocurrido lo de siempre, que el PSF, esta vez con Hollande a la cabeza ha comenzado a aplicar políticas reaccionarias y xenófobas que han conseguido el aplauso de la derecha neocon y de la U.E. Son su propia familia, por más que los hollandes todos se disfracen una y otra vez para embaucar incautos (y/o necesitados de poltronas)
Seis meses después de ser
elegido, el presidente francés, el socialista François Hollande, dio esta
semana un giro hacia una política de austeridad, aplaudido por la Unión Europea
pero que provoca
debate en su propia mayoría.
debate en su propia mayoría.
Como sus predecesores Jacques
Chirac (en 1995) y François Mitterrand (su modelo, en 1983 dos años después de
llegar a la presidencia), François Hollande y su primer ministro Jean-Marc
Ayrault dieron un claro giro hacia una política de rigor, con aumentos de
impuestos y recortes de gastos.
Los objetivos declarados del
presidente socialista son reducir el déficit, recuperar el crecimiento,
combatir el desempleo y aumentar la competitividad de las empresas del país.
Aplaudido por la Unión Europea, Alemania, el empresariado y la agencia de
clasificación financiera Standard and Poor's, su "pacto de
competitividad" contradice la promesa hecha durante la campaña electoral
de no aumentar el impuesto al consumo (IVA), principal fuente de ingresos
fiscales para el Estado.
Al llegar al poder, el Gobierno
de Hollande había suprimido un precedente aumento del IVA decidido por la
mayoría de derecha del ex presidente Nicolas Sarkozy. "Con Sarkozy, la
tasa normal pasaba de 19,6% a 21,2%, en vez de 20% en nuestro
dispositivo", se justificó François Hollande en declaraciones al semanario
Marianne.
"Dicho esto, lo asumo, hay
al respecto una inflexión. El retroceso acelerado de nuestro potencial
industrial y la debilidad del crecimiento exigen medidas enérgicas", dijo
el presidente. Hollande, cuya popularidad desciende vertiginosamente en los
sondeos, dará una conferencia de prensa el martes próximo, "porque los
franceses están sumamente estresados y necesitan un interlocutor directo",
explicó él mismo.
El pacto de competitividad es
"una verdadera revolución copérnica para la izquierda", estimó, por
su parte, el ministro de Economía , Pierre Moscovici, explicando que se trata
de la "tercera piedra" del edificio de la nueva política socialista
tras "la seriedad presupuestaria" y el "relanzamiento de la
construcción europea".
Pero esa "revolución
copernicana" suscita fuertes reticencias en la mayoría gubernamental,
entre muchos socialistas y sobre todo en el partido Europa Ecología Los Verdes
(EELV), aliado del PS en el Gobierno, con dos de los 38 ministros.
"Nos planteamos la cuestión
de saber qué hacemos en el gobierno", declaró el líder de la bancada del
partido Europa Ecología Los Verdes (EELV) en el Senado, Jean-Vincent Placé.
Pero incluso Hollande considera "posible" su partida del gobierno,
aunque afirma que "no la desea". En la Asamblea Nacional (la Cámara
baja), los socialistas y sus aliados de izquierda son mayoritarios (314 de los
577 escaños) incluso sin los 17 diputados de EELV.
Más a la izquierda de la mayoría
gubernamental, la coalición Frente de Izquierda, de la que forma parte el
Partido Comunista, se desolidarizó totalmente del gobierno e hizo ya que dos
textos gubernamentales fueran rechazados en el Senado votando contra ellos
junto con la oposición de derecha. El "pacto de competitividad"
tampoco es apreciado por muchos diputados socialistas que "se cayeron de
espaldas", según uno de ellos, al anunciarse el aumento del IVA.
Esos diputados estiman que el
costo del trabajo no es un problema prioritario en Francia, y piden que se
exijan "contrapartidas" a los patrones en el momento del examen del
texto por el Parlamento, en enero próximo, para "evitar que se hagan cheques
de regalo a las empresas que despiden y que distribuyen en dividendos lo
esencial de sus beneficios", resumió uno de ellos.
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