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VICKY PELÁEZ / RIA Novosti
"La guerra es justa para aquellos a quienes es necesaria y, es sagrada para aquellos a quienes no queda otra esperanza" (Tito Livio, 59 a.C. – 17 d.C.)
Después de ocho días de muerte y destrucción en la Franja de Gaza y también de temor constante en Israel, el sonido de las explosiones de misiles ha enmudecido y solamente el persistente zumbido de los drones sobre territorio palestino sirve para advertir que el conflicto entre Israel y el movimiento Hamas no ha terminado y que las sirenas de ambulancias podrían interrumpir nuevamente la precaria paz en la región.
Por supuesto que la tragedia de los palestinos no comenzó el pasado 14 de noviembre, sino el 14 de mayo de 1948 cuando el Estado hebreo, que fue creado por una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), contra la voluntad del presidente estadounidense Harry Truman y con el auspicio de la ex Unión Soviética, ocupó el 57 por ciento del territorio no asignado, dejando el 42 por ciento a los palestinos y uno por ciento para Jerusalén.
Lo interesante fue que el plan inicial de crear un Estado judío fue diseñado en 1895 por Teodoro Herzl, periodista y escritor austrohúngaro de origen judío. Este diseño fue presentado al Barón Hirsch y a la familia Rotschild para su aprobación y financiamiento. Posteriormente el proyecto fue ampliado en el libro, “El Estado Judío” publicado en 1896.
De acuerdo a Herzl, existían dos alternativas: Palestina o Argentina. Pasados 53 años el destino con atributos de la ONU le designó al futuro Estado una parte de Palestina que los judíos consideraban, según Herzl, “nuestra inolvidable patria histórica”.
En los siguientes siete años, los grupos terroristas Stern y Haganah destruyeron 418 pueblos palestinos y tomaron el control del 78 por ciento del territorio desplazando a los palestinos a la Franja de Gaza y a Cisjordania. En Jerusalén los treinta barrios árabes fueron reducidos a cuatro. Por eso los argentinos dicen que de haber entrado en Patagonia, los israelíes ya estarían gobernando el país.
En los años sucesivos Israel se apoderó del 91 por ciento del territorio asignado a los palestinos convirtiéndose, la Franja de Gaza y parte de Cisjordania en los enclaves palestinos bajo su dominio después de invadirlos en 1967. Recién en 2005 los militares israelíes salieron de estos territorios manteniendo Israel un absoluto control sobre el espacio aéreo, marítimo y terrestre de Gaza y también sobre sus telecomunicaciones, recursos naturales y los sistemas de abastecimiento de agua y electricidad.
Nadie ni nada puede salir o entrar al territorio sin permiso de las autoridades israelíes. Ya se puede imaginar las condiciones de vida en esta franja habitada por 1,6 millones de habitantes, la mayoría de los cuales son refugiados, que viven en una superficie de 360 kilómetros cuadrados. El índice de desocupación es superior al 40 por ciento y el 30 por ciento del PIB proviene del trabajo en Israel. Se calcula que un 37 por ciento de la población vive en la pobreza extrema.
Oficialmente la Franja de Gaza y una parte de Cisjordania están bajo la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que se formó en 1994 conforme a los acuerdos de Oslo entre la Organización de Liberación de Palestina (OLP) y el gobierno de Israel. Sin embargo, la autoridad de la ANP se limita a la administración en las áreas urbanas palestinas y sólo al control civil en las áreas rurales.
Desde 1994 hasta su muerte sospechosa en 2004, el líder de la OLP Yasir Arafat era el presidente de Palestina que dedicó toda su vida a la lucha por la independencia de su pueblo bajo el permanente asedio y atentados de los gobiernos de turno israelíes que tenían otros planes sobre el futuro de los palestinos.
Ya en 1948 Albert Einstein y 28 destacados hombres judíos mandaron una carta al New York Times advirtiendo a la humanidad que “entre los fenómenos inquietantes de nuestra época tenemos, en el Estado de nueva creación, Israel, la aparición del Partido de la Libertad, un partido político con un enorme parecido, en cuanto a su organización, métodos, filosofía política y planteamientos sociales, a los partidos nazi y fascista”. Los 64 años siguientes confirmaron aquella advertencia de Einstein y sus seguidores.
El Partido de la Libertad (Thuat Haherteur) se convirtió en el precursor del partido Likud, cuyo líder Benjamin Netanyahu es actualmente el primer ministro del país siguiendo la política persistente de genocidio contra el pueblo palestino. Y esto lo confirma una reciente encuesta cuyos resultados fueron anunciados el 21 de noviembre por el periódico israelí Haaretz que reveló que “el 58 por ciento de israelíes creen que su país está aplicando la política de apartheid contra los palestinos”.
Un prominente intelectual israelí Dr. Avner Fainquelernt declaró al periódico Yedioth Ahronoth que “ya se convirtió en tradición de nuestro democrático e iluminado país asesinar a cualquier hombre fuerte palestino capaz de enrumbar a su pueblo y a la sociedad israelí hacia un acuerdo de coexistencia pacífica en esta dividida y despedazada región”.
La reciente muerte por un misil de alta precisión del líder militar de Hamas Ahmed Jaabari, quien estaba negociando el fin del bloqueo en la Franja de Gaza y la firma de paz con Israel, muestra hacia donde está orientada la actual política del gobierno de Israel. Este país no anhela la paz sino la continuación de la expansión del Estado de Israel. Y precisamente este asesinato prendió la chispa de indignación del partido Hamas que está gobernando en la Franja de Gaza después de las elecciones democráticas mientras que en Cisjordania está a cargo de su gobierno el partido Fatah.
En respuesta al asesinato de Jaabari, los militantes de Hamas lanzaron cohetes hacia Israel y comenzó lo que los dirigentes actuales de Likud llaman “el periódico recorte de césped” – el diluvio de misiles lanzados cada diez minutos por las tropas israelíes de aire, mar y tierra sobre la sufrida Franja de Gaza y sus habitantes.
Después de ocho días de terror hay 162 muertos palestinos, la mayoría niños, mujeres y ancianos, y 1,300 heridos. En Israel también lamentan la muerte de cinco de sus ciudadanos inocentes y de un soldado y de unos 80 heridos, resultado de la ambición desenfrenada del actual gobierno de extrema derecha de Israel.
Quieren sacar a los palestinos de la Franja de Gaza como sea sin darse cuenta que la violencia que aplican contra los palestinos está fortaleciendo a Hamas y a los grupos yihadistas en la región como lo sucedió después de la Operación “Plomo Fundido” que tuvo lugar en 2008 – 2009 durante la cual 1.400 palestinos perdieron la vida.
La persistencia de Israel de hacer limpieza étnica en la Franja de Gaza no se explica simplemente por razones geopolíticas sino más bien por los económicos. Resulta que frente a las costas de Gaza hay dos bolsas de gas natural submarino estimados en 4.000 millones de dólares que el Estado de Israel no quiere compartir con los palestinos.
La historia se remonta a 1999 cuando reinaba una relativa paz en la región después de la firma del Tratado de Paz en Oslo. Precisamente aquel año el primer ministro Ehud Barak, líder del Partido Laborista, otorgo el derecho a este yacimiento a la Autoridad Nacional Palestina que firmó el tratado de exploración y extracción de gas con la compañía British Gas (BG) y con la Consolidated Contractors (CCC) libanesa. Según el acuerdo, la BG obtendrá el 60 por ciento de la ganancia, la CCC, el 30 por ciento y la Autoridad Palestina, el 10 por ciento y además tendrá el 25 por ciento de la tributación corporativa. También la ANP recibió el derecho de construir un gaseoducto.
El problema fue que la ANP no podía otorgar las garantías jurídicas a la BG e Israel bajo el pretexto de la llegada al poder de Hamas en la Franja de Gaza en 2007 y un posible peligro de la intensificación de la intifada palestina decidió no otorgar esta garantía y empezó a hacer todo lo posible para debilitar y sacar Hamas del gobierno aplicando tenazmente su política de limpieza étnica.
Mientras tanto ha estado tratando de convertirse en el poseedor único de un millón y medio de millones de metros cúbicos de gas natural empujando por el medio de miedo, hambre y marginalización a los habitantes de la Franja de Gaza abandonar su territorio.
Lo que no está tomando en cuenta Israel son los cambios geopolíticos que se han producido en la región que debido a la política de “revoluciones” y “caos controlado” que ha estado promoviendo en el Medio Oriente su mentor y socio, en este momento incondicional, Estados Unidos.
Por primera vez en la historia de la región Egipto, Turquía y Qatar han obtenido un poder político que les facilitó la firma bastante rápida de un acuerdo del Alto el Fuego en la Franja de Gaza entre Hamas y el gobierno de Israel. Podría ser una tregua frágil pero el apoyo a Hamas por la organización Hermanos Musulmanes está fortaleciendo a los palestinos. Esta vez los militares israelíes se abstuvieron a utilizar los helicópteros Apache por el miedo a los misiles tierra aire FIM 92 Stinger que supuestamente tienen militantes de Hamas. Tampoco todos los cohetes Fajr 5 de diseño iraní fueron interceptados por un sofisticado sistema antimisiles norteamericano Domo de Acero instalado en Israel. En términos generales este conflicto ha hecho elevar la posición de Hamas en el mundo árabe.
La situación en la región es diferente a la que era hace 64 años y por supuesto es mucho más complicada. Han surgido dos corrientes geopolíticas en el Medio Oriente. La primera es sunita y está formada por Turquía, Arabia Saudita, Qatar apoyados por los Estados Unidos y la Unión Europea y la segunda es chiita en la que participan Irán, Hezbolá libanés y el actual gobierno iraquí que tienen un apoyo implícito de China y Rusia.
Egipto se inclina a ser parte de la primera corriente pero fácilmente podría apoyar ciertas iniciativas de la segunda. A la vez dentro de estos bloques hay divergencias respecto al régimen de Bashar al-Assad de Siria.
Nadie sabe cómo va a desarrollarse la situación en la región. Sin embargo, está bien claro que Israel tendría que revisar su política de apartheid hacia los territorios palestinos, como lo exige una nueva distribución de las fuerzas geopolíticas en la región y analizar sabias palabras del ex procurador del país, Micael Ben-Yair: “la seguridad de Israel no puede basarse únicamente en la espada; más bien debe ser guiada por nuestros principios de justicia moral hacia la paz con nuestros vecinos. Un régimen de ocupación socava estos principios de justicia moral e impide el logro de la paz. Pone así en peligro la existencia de Israel” (Haaretz, 3 de marzo de 2002).
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