danielestulin.com
Por un equipo de investigación de EIR
Las
naciones occidentales, encabezadas por la Unión Europea (UE) y el
gobierno de Obama, están respaldando un golpe en Ucrania para imponer un
cambio de régimen abiertamente neonazi. Si tienen éxito en su intento,
las consecuencias se extenderán mucho más allá de las fronteras de
Ucrania y los Estados vecinos. Para Rusia, tal golpe constituiría un casus belli,
que llega en el contexto de la expansión del sistema de defensa
antimisiles de la OTAN hacia Europa Central y el desenvolvimiento de una
doctrina de Estados Unidos y la OTAN de “ Ataque
global rápido”, según la cual Estados Unidos puede lanzar un primer
ataque preventivo contra Rusia y China, y sobrevivir a la represalia.
Los acontecimientos en Ucrania
constituyen un detonante potencial para una guerra global que podría
escalar rápida y fácilmente a una guerra de extinción termonuclear. En
la Conferencia de Seguridad de Munich este fin de semana, el ministro de
Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, tuvo un acalorado
intercambio público con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh
Rasmussen, en el que éste acusó a Rusia de usar una “retorica belicosa” y
Lavrov respondió citando el programa europeo de defensa contra misiles
como un intento para garantizar la capacidad de un primer ataque nuclear
seguro contra Rusia.
En sus declaraciones oficiales
en Munich y una semana antes en el Foro Económico Mundial en Davos,
Suiza, Lavrov también atacó a los gobiernos occidentales por apoyar a
las organizaciones terroristas neonazis en su afán por colocar a Ucrania
bajo el control de la UE y la troika para apretar el nudo de la OTAN
alrededor de Rusia.
En cualquier caso, Lavrov no insistió lo suficiente.
Los vándalos nazis toman la iniciativa
Desde que el Presidente Viktor
Yanukóvich anunció que Ucrania renunciaba a sus planes de firmar el
Acuerdo de Asociación con la UE, el 21 de noviembre de 2013, las
organizaciones respaldadas por Occidente, integradas por remanentes de
los colaboracionistas con los nazis durante la guerra y el período
inmediato de la posguerra, la Organización de Nacionalistas Ucranianos
(OUN-B, por sus siglas en ucraniano) y sus sucesores han iniciado una
campaña de provocaciones dirigida no solo a la renuncia del gobierno del
primer ministro Mykola Azarov, sino a derrocar al Presidente
Yanukóvich, elegido democráticamente.
En diciembre de 2008, tras el
enfrentamiento militar de Georgia con Rusia en Osetia del Sur, Carl
Bildt y Radek Sikorski, ministros de Relaciones Exteriores de Suecia y
Polonia, respectivamente, iniciaron la Asociación Oriental de la Unión
Europea. Esta Asociación Oriental de la UE se enfocó en seis países que
habían sido repúblicas de la ex Unión Soviética; tres en la región del
Cáucaso (Armenia, Azerbaiyán y Georgia) y tres en Europa central
oriental (Bielorrusia, Moldavia, Ucrania). A estos países no se les
invitó a ser miembros plenos de la UE, sino a integrarse en un mecanismo
de la UE mediante los llamados Acuerdos de Asociación, cada uno de los
cuales tenía como centro un Tratado de Libre Comercio Profundo y Amplio
(DCFTA, por sus siglas en inglés). El primer objetivo del intento fue
Ucrania. Bajo el Acuerdo de Asociación negociado con Ucrania, pero no
firmado, se hubiera desmantelado su economía industrial y se hubiera
violentado su comercio con Rusia (que hubiera terminando su régimen de
comercio libre con Ucrania, para prevenir la inundación de sus propios
mercados vía Ucrania), y los jugadores de los mercados europeos se
habrían apoderado de las exportaciones agrícolas y de materias primas de
Ucrania. Se hubiera impuesto en Ucrania el mismo régimen de austeridad
mortal que se ha impuesto en los Estados mediterráneos de Europa bajo la
estafa de los rescates financieros de la troika.
Además, el acuerdo de asociación obligaba a la “convergencia” en temas de seguridad, con la integración a los sistemas de defensa europeos. Bajo dicho acuerdo reformado, se hubieran eliminado los acuerdos y tratados de largo plazo sobre el uso de la armada rusa de los puertos cruciales del Mar Negro de Crimea, permitiendo finalmente el avance de la OTAN para asentarse en la frontera inmediata de Rusia.
Mientras los informes de los
noticiarios occidentales promovían las manifestaciones en la Plaza de la
Independencia de Kiev (Maidan Nezalezhnesti o Euromaidan, como ahora se
le llama), como pacíficas en sus inicios, el hecho es que desde el
principio esas manifestaciones incluyeron a declarados militantes nazis,
vándalos “hinchas de fútbol” de derecha y “afghansy”, veteranos de
combate de las guerras en Afganistán, Chechenia y Georgia. De acuerdo
con el parlamentario ucraniano Oleh Tsaryov, en enero de 2014 regresaron
de Siria 350 ucranianos, después de haber luchado con los rebeldes
sirios, incluyendo grupos vinculados a al-Qaeda tales como el Frente
al-Nusra y el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS).
Ya el fin de semana del 30 de
noviembre y 1 de diciembre de 2013, los alborotadores estaban lanzando
bombas Molotov y tomaron por la fuerza la oficina del alcalde de Kiev, a
la que declararon “cuartel general revolucionario”. Los manifestantes
del opositor Partido Sbovoda, antes llamado Nacionalista-Socialista, marcharon bajo la bandera roja y negra de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN-B) de Stepan Bandera,
los colaboracionistas de los nazis que, como un apéndice de la
maquinaria de guerra nazi y en cumplimiento de sus propias ideas
radicales sobre la pureza étnica, exterminaron a judíos y polacos
durante la Segunda Guerra Mundial.
El carácter neonazi, racista y
antisemita de Sbovoda no disuade a los diplomáticos occidentales
–incluyendo a la subsecretaria de Estado de EU para Asuntos Europeos y
Euroasiáticos, Victoria Nuland– de reunirse públicamente con el líder
del partido Oleh Tyahnybok, que en 2004 había sido
expulsado del movimiento Nuestra Ucrania por sus vociferantes discursos
contra “moscovitas y judíos”, utilizando nombres repudiables y
despectivos contra ambos.
El resurgimiento del fascista
Bandera ha estado en marcha a plena vista desde la “Revolución Naranja”
de 2004, cuando se nombró Presidente de Ucrania a Viktor Yushchenko,
mediante una campaña callejera respaldada desde el exterior,
fuertemente financiada por la Fundación Renacimiento Internacional de
George Soros, y más de 2,000 otras organizaciones no gubernamentales de
Europa y Estados Unidos, después de que oficialmente había sido
declarado perdedor en una reñida contienda presidencial con Viktor
Yanukóvich. El 22 de enero de 2010, uno de los últimos actos de
Yushchenko como Presidente, después de perder por un amplio margen ante
Yanukóvich en su campaña por la reelección, fue nombrar Héroe de Ucrania
a Stepan Bandera, lo que es un alto honor de Estado. De acuerdo a
informaciones recientes, la segunda esposa de Yushchenko, Kateryna Chumachenko,
fue miembro del movimiento juvenil del banderista OUN-B en Chicago,
donde nació. En la década de 1980, Chumachenko dirigió la oficina en
Washington del Comité del Congreso Ucraniano de América (en el que la
influencia del OUN-B fue grande en ese tiempo, de acuerdo a la
Enciclopedia de Ucrania en Internet) y el Comité Nacional de las
Naciones Cautivas, antes de migrar a la Agencia del Departamento de
Estado para los Derechos Humanos. En enero de 2011, el Presidente
Yanukóvich anunció que oficialmente se había anulado el estatus de
Bandera como Héroe de Ucrania.
El OUN-B: un poco de Historia
El legado de la OUN-B de
Bandera es fundamental para entender la naturaleza de la insurrección
armada que ahora se desenvuelve paso a paso en Ucrania. La Organización
de Nacionalistas Ucranianos se fundó en 1929 y en cuatro años la dirigía
Bandera. En 1934, a él y a otros líderes de la OUN se les arrestó por
el asesinato de Bronislaw Pieracki, el ministro polaco de Asuntos
Internos. Bandera fue excarcelado en 1938 y de inmediato entró en
negociaciones con los cuarteles generales de la ocupación alemana, de
los que recibió fondos y logró un acuerdo para que la Abwehr entrenara a
800 de sus comandos paramilitares. En el momento de la invasión nazi a
la Unión Soviética en 1941, las fuerzas de Bandera estaban formadas por
al menos 7,000 combatientes, organizados en “grupos móviles” que
coordinaban con las fuerzas alemanas. Bandera recibió 2.5 millones de
marcos alemanes para realizar operaciones subversivas dentro de la Unión
Soviética. Después de que en 1941 declaró un Estado ucraniano
independiente bajo su dirección, fue arrestado y enviado a Berlín. Pero
él mantuvo sus vínculos y apoyo financiero nazis, y durante la guerra
los alemanes abastecieron y dieron cobertura aérea a sus “grupos
móviles”.
En 1943, la OUN-B de Bandera
llevó a cabo una campaña de exterminio en masa de polacos y judíos, y
mató a unos 70,000 civiles solo durante el verano de ese año. Aunque
Bandera todavía estaba conduciendo las operaciones desde Berlín, el
programa de limpieza étnica lo llevó a cabo Mykola Lebed,
el jefe de Sluzhba Bespeki, la organización de la policía secreta de la
OUN-B. En mayo de 1941, en un plenario de la OUN en Cracovia, la
organización publicó un documento, “Lucha y acción de la OUN durante la
guerra”, en el que declaraba, en parte, que los “moskali, polacos y
judíos son hostiles a nosotros y se les debe exterminar en esta lucha”
(“moskal” es un término despectivo del argot ucraniano para referirse a
los “moscovitas” o rusos).
Con la derrota de los nazis y
el fin de la guerra en el frente europeo, Bandera y muchos líderes de la
OUN-B terminaron en campamentos para desplazados en Alemania y Europa
Central. Según escribió Stephen Dorrill en su acreditada historia del
MI6, MI6: Inside the Covert World of Her Majesty’s Secret Intelligence Service (MI6: Dentro
del mundo encubierto del Servicio de Inteligencia Secreto de Su
Majestad), en abril de 1948 el MI6 reclutó a Bandera. El enlace con los
británicos lo organizó Gerhard von Mende, un ex alto
mando nazi que dirigió la División del Cáucaso del Ministerio del Reich
para los Territorios Ocupados del Este (Ostministerium). Von Mende
reclutó a musulmanes del Cáucaso y Asia Central para luchar con los
nazis durante la invasión a la Unión Soviética. Al concluir la Segunda
Guerra Mundial, trabajó para los británicos a través de una empresa de
fachada, Servicios de Investigación de Europa del Este, que era una
agencia de reclutamiento principalmente para insurgentes musulmanes que
operaban en el interior de la Unión Soviética. Von Mende fue
determinante para el establecimiento de un gran núcleo logístico de
operaciones de la Hermandad Musulmana en Munich y Ginebra.
Mediante von Mende, el MI6
entrenó agentes del OUN-B y los soltó dentro de la Unión Soviética para
realizar operaciones de sabotaje y asesinatos entre 1949 y 1950. En un
informe de 1954, el MI6 alaba a Bandera como “un trabajador clandestino
profesional con experiencia terrorista e ideas despiadadas acerca de las
reglas del juego”.
En marzo de 1956, Bandera
empezó a trabajar con el equivalente alemán de la CIA, el BND, dirigido
entonces por el general Reinhardt Gehlen, el jefe de la inteligencia
militar del Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial. De nuevo,
von Mende fue uno de sus padrinos y protectores. En 1959, la KGB
asesinó a Bandera en Alemania Occidental.
A Mykola Lebed,
el mayor asesino de la OUN-B de Bandera, el comandante de campo de la
policía secreta del grupo, le fue aún mejor al concluir la Segunda
Guerra Mundial. En diciembre de 1946 lo reclutó el Cuerpo de
Contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos (CIC) y en 1948 estaba
en la nómina de la CIA. Lebed a su vez reclutó a los agentes de la
OUN-B que no acompañaron a Bandera y el MI6, y participó en diversos
programas de sabotaje detrás de la Cortina de Hierro, incluyendo
“Operación Cártel” y “Operación Aerodinámica”. Después se le trasladó a
la ciudad de Nueva York, donde fundó una compañía de fachada de la CIA,
la Corporación de Investigaciones Prolog, bajo el control de Frank
Wisner, quien fue el jefe del Directorio de Planes de la CIA en la
década de 1950. Prolog funcionó hasta ya entrada la década de 1990 y
obtuvo fuerte apoyo cuando Zbigniew Brzezinski fue Asesor de Seguridad
Nacional del Presidente Jimmy Carter.
En 1985, el Departamento de
Justicia emprendió una investigación sobre el rol de Lebed en el
genocidio en Polonia y Ucrania Occidental durante la guerra, pero la CIA
bloqueó la investigación y ésta finalmente se abandonó. Sin embargo, en
2010, después de la publicación de miles de páginas de registros sobre
los tiempos de la guerra, los Archivos Nacionales publicaron un informe
documental, Hitler’s Shadow: Nazi War Criminals, U.S. Intelligence, and the Cold War (La
sombra de Hitler: criminales de guerra nazis, Inteligencia de Estados
Unidos y la Guerra Fría), de Richard Breitman y Norman Goda, que incluyó
una reseña detallada de la complicidad de Bandera y Lebed durante la
guerra y su participación en ejecuciones en masa de judíos y polacos.
Este legado de Bandera y Lebed y
las redes engendradas en el período de la posguerra están en el centro
de los actuales acontecimientos en Ucrania.
Hablando claro
El 25 de
enero de 2014, veintinueve líderes ucranianos de partidos políticos,
organizaciones cívicas y religiosas, incluyendo a la ex candidata
presidencial y parlamentaria Natalia Vitrenko, enviaron una carta
abierta al Secretario General de las Naciones Unidas y a líderes de la
UE y Estados Unidos, en la que denunciaban el apoyo de Occidente a la
campaña neonazi para realizar un golpe de Estado sangriento contra un
gobierno legítimamente elegido.
La carta abierta dice, en
parte: “Deben entender que al apoyar las operaciones de las guerrillas
en Ucrania… ustedes están protegiendo, incitando y animando directamente
a los neonazis y neofascistas ucranianos.
“Ninguno
de estos opositores (Yatsenyuk, Klitschko y Tyahnybok) oculta que ellos
siguen la ideología y las prácticas de la OUN-UPA… Donde quiera que
vaya la gente de Euromaidan en Ucrania, difunde, aparte de las consignas
antes mencionadas, símbolos racistas neonazis… El uso constante de
retratos de los verdugos sanguinarios de nuestra población, Bandera y
Shukhevich, agentes de la Abwehr, también confirma la naturaleza neonazi
de la gente de Euromaidan”.
La carta abierta plantea estas preguntas a los líderes occidentales: “¿La
ONU, la UE y EUA han dejado de reconocer la Carta y Veredicto del
Tribunal Militar Internacional contra Crímenes de Guerra de Nuremberg,
donde se condenó a los nazis hitlerianos y sus cómplices? ¿Han dejado de
tener valor los derechos humanos para los países de la UE y la
comunidad mundial? ¿Se considera democrática la devoción de los nacionalistas ucranianos a Hitler y su asesinato de civiles en masa?”
Solo en los días recientes, las
escenas de violencia masiva desatada por manifestantes armados
finalmente han comenzado a despejar la niebla de propaganda y los medios
de comunicación occidentales han comenzado a informar sobre el carácter
neonazi de la desestabilización en marcha. El 28 de enero, la revista Time
tituló su informe desde Kiev, “Matones derechistas se están apropiando
del levantamiento liberal de Ucrania”, y dio el perfil de un grupo de
los vándalos neonazis llamado Spilna Sprava (“Causa Común”, cuyas
iniciales en ucraniano son “SS”), como uno de los que están cerca del
centro de las protestas.
El día siguiente, 29 de enero, el Guardian
de Londres destacó una nota con el encabezado “En Ucrania, fascistas,
oligarcas y la expansión occidental están en el centro de la crisis”,
con el subtítulo de “La historia que nos contaron sobre las protestas
que agobian a Kiev tienen muy poca relación con la realidad”. Seumas
Milne, corresponsal del Guardian, escribió con franqueza:
“Nunca hubieran conocido, partiendo de la mayoría de los reportajes, que
nacionalista de extrema derecha y fascistas han estado en el centro de
las protestas y ataques a los edificios públicos. Uno de los tres
principales partidos de oposición que encabezan la campaña es el
ultraderechista antisemita Sbovoda, cuyo líder Oleh Tyahnybok asegura
que una ‘mafia moscovita-judía’ controla Ucrania. El partido, que ahora
controla la ciudad de Lviv, a principios de este mes encabezó una
agresiva marcha de 15,000 personas portando antorchas encendidas en
memoria del líder fascista ucraniano Stepan Bandera, cuyas fuerzas
lucharon con los nazis en la Segunda Guerra Mundial y participaron en la
masacre de judíos”.
Ese mismo día Counterpunch
también publicó un artículo de Eric Draitser, “Ucrania y el
resurgimiento del fascismo”, que empieza con la siguiente advertencia:
“La violencia en las calles de Ucrania está muy lejos de una expresión
de ira popular contra un gobierno. Más bien, es simplemente el ejemplo
más reciente del ascenso de la forma más pérfida de fascismo que Europa
haya visto desde la caída del Tercer Reich… En un intento para sacar a
la fuerza a Ucrania de la esfera de influencia rusa, la alianza entre
Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN se ha aliado –y no por
primera vez– con los fascistas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario