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15 agosto, 2014

El Templo de Salomón Brasileño

ibnasad.com

Debe de ser que somos unos conspiranoicos. O eso, o unos antisemitas. O las dos cosas, porque si no, no me explico tanta suspicacia para escandalizarse con esto: el lobby judío ha construido por medio de la mafia subordinada neopentecostal brasileña del magnate prevaricador y procesado corrupto Edir Macedo, el mayor templo de la historia post-moderna, levantado con piedras extraídas de Israel (transportadas 11.000 kms) e imitando los preceptos de “las escrituras que hablan del Templo de Salomón”. Vamos, que se lo han sacado de la manga (pues no hay planos de ningún Shopping Center en la Torá ) y si alguien critica tan grotesca arquitectura, siempre se podrá disculpar diciendo que Yahvé creó a los hombres así de horteras. Él así lo quiso.


Quien conoce São Paulo y ha vivido en esta jungla de la modernidad y el satanismo, sabrá cuánto cuesta el metro cuadrado en su centro, cuánto cuesta un alquiler en Brás, cuánto se cotiza el local comercial. Pues bien: el Templo de Salomón brasileño tiene un área equivalente a dieciséis campos de fútbol, unos 70.000 metros cuadrados en pleno São Paulo, unos sesenta metros de altura (límite en que algunos arquitectos empiezan a hablar de “rascacielos” ), una obra con un presupuesto que oscila entre unos 300 millones de euros (según fuentes propias de la media judeocristiana brasileña) a los más de 600 millones de euros calculados por periodistas independientes.

Con la intención de (abro comillas de Edir Macedo) “emular un muro de las lamentaciones en América Latina” compraron y transportaron 40.000 metros cuadrados de rocas extraídas del moderno Estado de Israel pre-pago de una factura que ascendió al millón de euros. El Templo acoge una escuela bíblica con la que se lavará el cerebro de más de mil niños por día. También dispone de una réplica del Arca de la Alianza (la de Indiana Jones, supongo), un aparcamiento para dos mil coches, 420 pantallas de plasma, asientos para 4.000 personas, más de 200 profesionales que trabajarán ahí de Domingo a Sabbath… pues bien, venga, vale, vayamos al grano: ¿Quién paga todo este rollo? Antes de acusarme de anticristiano, antisemita, antijudío, antidios, antiloquesea… déjenme responder a esta sencilla cuestión: ¿Quién hace toda esta basura posible?


El judeocristianismo actual de América Latina es un collage de dos colores; el primer elemento de la composición es una decrépita y perdida Iglesia Católica completamente desvinculada de cualquier núcleo tradicional, representada por un Papa Bergoglio cuya relación con el judaísmo es, cuanto menos (digámoslo suavemente), estrecha. El otro color, el que aquí ocupa, en creciente y exponencial expansión, es el protestantismo de origen judeo-norteamericano, en lo que difusamente se hace llamar “evangelismo”. Una de esas miles de iglesias (¿Por qué hay tantas si son todas esencialmente lo mismo?) es La Iglesia Universal del Reino de Dios, la responsable del Templo de Salomón de San Pablo. Esta “iglesia” (como las otras) aun siendo de fundación local, fueron sufragadas y diseñadas por el lobby judío norteamericano, tal y como documenta Gerard Corby y Charlotte Dennett en su obra de periodismo de investigación Thy Will Be Done: Rockefeller and Evangelism in the Age of Oil. 

El Evangelismo latinoamericano es una proyección diseñada por los grupos de poder sionistas para controlar las almas de lo que ellos consideran “goyim”, la masa ajena a ellos, lo que los sionistas valoran como ganado. En el Nuevo Orden Mundial, la élite globalista ha hecho del cristianismo en América, una suerte de judaísmo de postín para gentiles. Y esa es la función del judeocristianismo en América: trampear la espiritualidad al servicio de la supremacía sionista, produciendo bajo diseño una masa de “cristianos” buenistas, pánfilos, victimistas, inofensivos, humildes, hipócritas, ignorantes, inconscientes y horteras. Ese sería el perfil perfecto de los fieles que se reúnen en el Templo de Salomón, para hacer lo que ellos llaman “La Hoguera Santa de Israel”, una emulación del korban judío, pero con dólares en vez de sangre. Es decir, como Ned Flanders no tiene agallas para degollar con sus propias manos a un cabrito, pues se sustituye el sacrificio animal por soltar la plata. Y así lo llaman, La Hoguera Santa de Israel, a dar dinero como sacrificio actualizado al paradigma moderno. El problema del holocausto en el templo es que deja la porcelanosa del suelo hecha unos zorros, todo manchado de sangre; mucho más práctico la asepsia de mandar apretar un botón y que el sacrificio lo haga un drone. Y es que ¿para qué rayos querría hoy Yahvé esa guarrada sangrienta, cuando puede recibir cheques al portador? 

En el Centro Cultural Jerusalén, este en Rio, también se puede uno sacrificar comprando souvenirs en la mayor tienda de la judeocristiandad, donde se encuentra la mayor maqueta del mundo de la ciudad de Jerusalén en tiempos del templo, réplica a su vez, de otra que se encuentra en el Museo de Israel, cómo no, en Israel, en la sede del Rockefeller Archaeological Museum.


El New York Times se congratula junto con múltiples organizaciones de judíos y de “homenajeadores” del Holocausto, de la construcción del Templo de Salomón brasileño. Lo que esta gente parece olvidar, pues de tanto rezar y mear las pilas parece que se desinteresan del estudio de la Historia más elemental, es que el destino de cualquier reconstrucción de su templo, es la re-destrucción. Volverá a ser destruido. Que no les quepa duda. Cuestión de tiempo: el templucho en donde los mercaderes, las actrices modelo, los políticos y demás charlatanes se hacen la foto, será tierra quemada, humo y ruinas.

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