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17 septiembre, 2014

El Símbolo Necromántico #Catalán (#España)

ibnasad.com


Creo que fue a alguien como Duran i Lleida, al que oí afirmar que una eventual (y por él deseada) secesión de Cataluña no debería de resultar “traumática”. Para los nacionalistas catalanes de este pelo (es decir, el pelo raído y casposo de Convergència) el proceso catalanista puede asemejarse a una extracción de sangre o al primer corte de pelo de un niño. Y así lo afirman: “La sociedad catalana es lo suficientemente madura como para afrontar el proceso de su emancipación.”

Ocurre que no es cierto: ni la sociedad catalana ni la española disponen de madurez alguna más allá de la necesaria para obedecer. Lo han demostrado durante décadas. A los hechos me remito para afirmar más bien lo contrario: los nacionalismos son un síntoma inequívoco de retraso mental severo, muy interesante para la manipulación social por parte del poder. Pero es que, aunque la sociedad atestiguara una mayoría de edad que no tiene (aunque sea falsificando su DNI) , el proceso de secesión catalán sólo podría resultar traumático. O traumático, o no sería. Para un niño o para un anciano, no importa su madurez, la amputación de un miembro, duele. Los corticos de Esquerra, al menos, admiten esta violencia. Sin embargo, tras admitirla, la justifican a través de una presunta necesidad social. Para ellos, una España sin Cataluña sería como un cuerpo al que le cortan una mano o un pie: ese cuerpo sobrevivirá, como lisiado, como tullido, como discapacitado… pero sobrevivirá.

Tampoco es cierto. Cataluña como tal siempre formó parte de España. No le es un miembro periférico, una extensión conquistada, un resquicio colonial. Cataluña es un órgano vital del organismo español. Ante su secesión, España moriría como cuerpo y Cataluña no viviría como víscera. Se equivocan los que piensan que con la separación de Cataluña, surgiría un ser por gemación, una estrella de mar estrelada, una ameba suiza, un paraíso de humo fiscal al estilo de Mónaco en Francia o Liechtenstein en Austria. Con Cataluña descuartizada de España, ambas se asegurarían una miserable y corta existencia: la misma que la de un cuerpo que se desangra; la misma que la de un hígado extirpado que se pudre a temperatura ambiente entre el zumbido de las moscas.

Pero no seamos ingenuos: si esto es evidente… ¿Por qué este proceso continúa? ¿Por qué hay interés en algo tan perjudicial para todos? ¿Por qué se quiere seguir adelante con el harakiri de marsupial, aquel que mata a la cangura madre y al cangurito que en ella vive? O en otras palabras menos metafóricas: ¿Por qué el PP (supuesto partido nacional que gobierna el Estado Español) sigue subvencionando esta merienda de negros mientras el otro partido nacional mayoritario (El PSOE) sigue tapando la corrupción generalizada del gobierno español y catalán desde 1980 centralizada en la infame figura de Jordi Pujol? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?... pues porque llegamos tarde, queridos españoles, queridos catalanes… nos han engañado una vez más, tal vez esta sea la última, quizás la definitiva…

Despierten: El Estado Español ya es un cadáver. Si lo percibimos latente aún con vida, es por ciertos reflejos musculares post-mortem y porque este Veranillo de San Martín lo calentará hasta los cuarenta grados Celsius. Habitamos dentro de un zombi político que, de alguna forma, animamos con un democrático vudú. Todo en él es brujería, todo prestidigitación, todo ello es falso.

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