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03 noviembre, 2012

Congresistas Ros-Lehtinen y Marco Rubio al socorro del “más corrupto” David Rivera




JEAN-GUY ALLARD 

Ileana Ros-Lehtinen, que dirige en el Congreso los ataques contra la América Latina progresista, y su colega Marco Rubio, que Mitt  Romney exhibe como su “latino” de predilección,  se han quitado la máscara para intentar salvar de una humillante y pronosticada derrota  al representante cubanoamericano David Rivera, nombrado recientemente “el miembro más corrupto del Congreso” por secunda vez.
Hace poco el grupo independiente Ciudadanos Responsables por la Ética (Citizens for Responsible Ethics) de Washington, atribuyó  a Rivera, por secundo año consecutivo, este poco envidiable titulo, lo que tuvo el efecto de rayar un poco más su ya deteriorada imagen en plena campaña. Por colmo, hace apenas una semana, la Comisión de Etica de la Florida denunciaba que Rivera cometió 11 faltas mientras se desempeñaba en la Legislatura estatal, entre las cuales  someter   información financiera falsa,  malversar fondos de campaña y ocultar un contrato de consultoría de cerca de $1 millón.
La fiscalía federal de Miami presentó hace poco una brocheta de cargos contra el político que van desde el lavado de dinero, de vinculación con el crimen organizado y hurto mayor.
Rivera compite contra el demócrata Joe García por el Distrito 26 para el Congreso federal y parece siempre más cierto que sin socorro morderá el polvo, a pesar de que su clientela es en buena parte cubanoamericana y que utilizó al máximo los trucos que le enseñó Ros-Lehtinen, su madrina.
El sur de la Florida siempre tuvo desde años la mala fama de hacer elecciones como se hacían en Cuba  en la época “dorada” del dictador Fulgencio Batista y de sus socio mafioso Meyer Lansky.
Esperando al último minuto y rezando para que no fuera necesario, Ros-Lehtinen y Rubio que se mantenían lejos de su colega apestado, confirmaron públicamente su apoyo y hasta su confianza a su semejante en peligro.
Ros-Lehtinen, que es jefa de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes donde se dedica a difamar Cuba, Venezuela y Nicaragua  y a sublimar a Israel, cumplió la tarea con un correo electrónico enviado a la prensa mafiosa local. En su mensaje afirmó que el campeón de la corrupción se ha destacado por sus “iniciativas” y buen nivel de preparación en las reuniones y audiencias” de esta misma comisión.
“Repetida y consistentemente ha puesto temas para ayudar a ser verdaderamente libres a la gente en Cuba, Venezuela y Nicaragua, y comparto sus puntos de vista sobre las dictaduras”, escribió retomando su retórica ya oxidada, la politiquera sesentona.
“Privar al régimen de Castro de dólares ha estado siempre presente en su agenda legislativa”, prosiguió olvidándose del expediente de Rivera.
En tanto a Marco Rubio, el niño prodigio “latino” de Mitt Romney, dejo el trabajo a su portavoz, Alex Burgos, que extendió el apoyo del senador a todos los candidatos republicanos.
“El senador Rubio está apoyando a todos los candidatos republicanos al Congreso en Florida y ha grabado llamadas de varios de ellos, incluyendo a David Rivera, Karen Harrington, Steve Southerland y Allen West, entre otros”, balbuceó Burgos, a pesar de que Rubio y Rivera tienen fama de ser viejos socios desde siempre.
Soborno, robos de boletas, manipulaciones de listas electorales, son los tradicionales métodos que se usan para implementar la democracia mafiosa en un país que se pretende un modelo universal en esta esfera y muchas más.
Este año, la moda privilegió la compra de “votos de ausentes”  gracias al cual se autoriza la votación anticipada por correo con boletos bajo el pretexto de favorecer la participación. Pura casualidad, es en el condado de Ros-Lehtinen, que  los investigadores del FBI descubrieron que se generalizaba el fenómeno de  venta de boletos  gracias al cual un político puede ampliar artificialmente su “popularidad”.
En materia de elecciones, Rivera – heredero de la cultura electoral batistiana - tiene varias manchas en el expediente. Una de ellas es bastante impactante.  En el 2002, en plena campaña, se le acusó de haber chocado voluntariamente con un camión del servicio federal de correo que transportaba, a última hora, folletos de propaganda de su principal  adversario. 

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