PABLO RUÍZ ESPINOZA
Una de las medidas concretas para proteger los derechos
humanos es terminar con el entrenamiento de soldados en EEUU, señaló el
informe de la Comisión de la Verdad de Ecuador años atrás.
Desde 1990 que se realizan en Estados Unidos protestas contra la
Escuela de las Américas (School of the Americas; SOA, en inglés) una
academia militar dirigida por el Ejército de Estados Unidos y que cada
año da entrenamiento a miles de soldados latinoamericanos.
Desde el 2001, fue rebautizada como Instituto de Cooperación y
Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC, en inglés) como una manera
de engañar a la opinión pública y así terminar con las movilizaciones
que demandaban su cierre. Sin embargo, las protestas contra la academia
militar han continuado hasta la fecha.
Es así que este año, entre los días 16 y 18 de noviembre, miles de
activistas y religiosos llegarán hasta el mismo frontis donde opera la
Escuela de las Américas, en Fort Benning, Georgia, para demandar el
cierre de la “Escuela de Asesinos” como también se le conoce.
En este lugar se entrenaron, por ejemplo, los agentes de la policía
secreta de Augusto Pinochet. Entre ellos, el director de la DINA, Manuel
Contreras, pero también los agentes más sanguinarios que la historia de
Chile tenga memoria como Miguel Krassnoff y Álvaro Corbalán quienes han
sido condenados por cientos de casos de violaciones a los derechos
humanos.
Manuel Contreras, además, fue el gestor de la Operación Cóndor, el
nombre militar que ocultó por mucho tiempo el trabajo secreto y
mancomunado de los aparatos de seguridad de Argentina, Brasil, Chile,
Paraguay, Uruguay y Bolivia.
Esta coordinación de los organismos represivos del cono sur significó
la persecución y asesinato de miles de personas fuera de sus mismos
países de origen.
Se sabe, por los documentos desclasificados en Estados Unidos, que
Alejandro Fretes Dávalos, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas
de Paraguay, contó que en Panamá el Ejército de Estados Unidos disponía
de instalaciones de comunicaciones que fue “empleada para coordinar
información de inteligencia de los países del Cono Sur”.
Sin duda, que el entrenamiento y la intervención muchas veces directa
de los Estados Unidos ayudó que a las Fuerzas Armadas y la policía
cometieran graves violaciones a los derechos humanos en toda América
Latina.
El Informe de la Comisión de la Verdad de Ecuador “Sin verdad no hay
justicia” recordó el 2010 que “El imaginario de “enemigo interno” se
concibió en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional, para
referirse no solo a las organizaciones insurgentes, sino en general a
las organizaciones sindicales, estudiantiles, indígenas o de cualquier
otro tipo, que fueran consideradas como una amenaza al orden
democrático.
El Informe agrega que “Las Fuerzas Armadas eran las principales
estructuras encargadas de combatir al “enemigo interno” en
Latinoamérica, y por tanto debían ser capacitadas constantemente para
llevar adelante su propósito” y que “desde la década del 50, la
formación de la fuerza pública en Latinoamérica, contó con la estrecha
colaboración de Estados Unidos a través de centros como la Escuela de
las Américas”.
Por lo anterior, en el capítulo de las “Recomendaciones de la
Comisión de la Verdad” se exhorta a los ministros de la defensa nacional
y al gobierno para que “no se autorice a miembros de Fuerzas Armadas y
de Policía Nacional a que asistan a cursos de formación o capacitación
en escuelas o instituciones que tengan antecedentes en la enseñanza de
prácticas contrarias a los derechos humanos” Señalándose expresamente al
Instituto de Cooperación para Seguridad Occidental, antes conocido como
la Escuela de las Américas.
Quizás por esa consideración, en junio pasado, el Presidente Rafael
Correa decidió no seguir enviando más soldados ni policías ecuatorianos a
la Escuela de las Américas.
Su Ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Patiño, cuando informó
de la decisión anterior aprovechó la ocasión para citar a Martín Meehan
-senador demócrata por Massachusetts- quien una vez comentó que si la
Escuela de las Américas decidiera realizar un encuentro entre
ex-alumnos, “reuniría a infames e indeseables matones del hemisferio”.
SOAW señaló entonces que “Las miles de víctimas de violaciones a los
derechos humanos en Ecuador y en toda América Latina tienen derecho a
conocer a los responsables de asesinatos, desaparición forzada y
torturas y que estos sean llevados ante la justicia para que paguen por
sus crímenes. Al mismo tiempo, los estados deben dar garantías de no
repetición a la sociedad y a los sobrevivientes, una medida concreta es
terminar con la formación militar en la Escuela de las Américas que
tanto daño y sufrimiento a causado a nuestros pueblos”.
El 31 de agosto de este año, la Caravana por la Paz de México, que
recorrió más de 20 ciudades en su visita a Estados Unidos, llegó hasta
las mismas instalaciones de la Escuela de las Américas para demandas su
cierre. Algunos jóvenes se rayaron sus cuerpos con la leyenda: “Los
asesinos no nacen se hacen aquí” y tienen mucha razón porque decenas de
narcotraficantes del Cartel Los Zetas, fueran ex militares, entrenados
en la Escuela de las Américas.
Por eso también, el poeta Javier Sicilia dijo que “Esta escuela no
forma ejércitos sino criminales”. Más de 60 mil muertos lleva la nefasta
guerra contra la droga en México.
En septiembre, el Presidente Daniel Ortega, se reunió por segunda vez
con el fundador del movimiento contra la Escuela de las Américas, el
sacerdote Roy Bourgeois, comprometiéndose a no seguir enviando soldados a
la Escuela de las Américas.
Ortega dijo entonces que “La SOA es un anatema ético y moral. Todos
los países de América Latina han sido víctimas de sus egresados. La SOA
es un símbolo de muerte y de terror. Por eso hemos ido reduciendo el
número de nuestras tropas en la SOA. El año pasado (2011) enviamos
solamente 5 soldados y ninguno este año”, dijo Ortega durante la
reunión.
Con Nicaragua, son seis los países que han anunciado el retiro de sus
tropas de la Escuela de las Américas (que son Venezuela, Argentina,
Uruguay, Bolivia, Ecuador y Nicaragua).
Sin embargo, más de una decena de países continúan enviando
sus tropas a la cuestionada academia militar. Según datos de la misma
WHINSEC, el año 2011 se entrenó en la Escuela de las Américas a 21
soldados de Brasil, 142 de Chile, 512 de Colombia, 121 de Perú, 96 de
Honduras, 54 de Panamá, 58 de El Salvador, 10 de Guatemala, 16 de
México, 36 de Costa Rica, 37 de República Dominicana y 15 de Paraguay,
entre otros.
Estas cifras no incluyen el entrenamiento que actualmente dan,
instructores de la misma WHINSEC, en los mismos países latinoamericanos.
No debemos olvidar que en 1996 se conocieron públicamente manuales
que eran utilizados en la Escuela de las Américas donde “se aconsejaba
aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensas por enemigos
muertos”.
Estados Unidos, pese a que dijo que esos manuales eran contrarios con
la política estadounidense, reiteradamente ha usado la tortura contra
prisioneros de guerra tanto en Guantánamo como en otros lugares
mostrando, una y otra vez, que los derechos humanos se pueden violar en
nombre de la seguridad nacional.
Lamentablemente, es esa la mentalidad que se sigue promoviendo en esta academia militar donde van soldados latinoamericanos.
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