MANLIO DINUCCI
Contrariamente a lo que parece, la OTAN también aprende.
«Saca siempre lecciones de sus operaciones y eso es lo que estamos
haciendo con Libia» explica el almirante estadounidense James Stavridis,
comandante supremo aliado en Europa. Para ello la OTAN dispone de un
centro adecuado, el Joint Analysis & Lessons Learned Centre (Jallc):
una especie de escuela, en la que se enseñan las «lecciones
aprendidas».
Así la OTAN aprende siempre a hacer mejor la guerra. Al principio de
la de Libia, en marzo de 2011, el Jallc envió un equipo de analistas a
seguir las operaciones en el centro aliado de mando en Nápoles. Las
«lecciones aprendidas» están expuestas en un informe reservado,
presentado en febrero, y del que el New York Times ha obtenido ahora una
copia.
¿Qué deben aprender los aliados, sobre todo los europeos? Que la
guerra contra Libia no fue la operación modelo que pensaban, y que ha
puesto en evidencia graves lagunas. Ante todo, el hecho de que los
aliados europeos y Canadá tuvieron que contar excesivamente con Estados
Unidos. Incluso con la ayuda estadounidense, la OTAN, para la guerra
electrónica, solo disponía el 40% de los aviones que hubieran sido
necesarios para esta operación.
Fue Estados Unidos quien suministró la casi totalidad de las
municiones más avanzadas tecnológicamente con guía de precisión: 7.700
bombas y misiles utilizados en el ataque a Libia (de las que una gran
parte seguramente provenían de la base estadounidense de Camp Darby, en
Pisa). Es necesario y urgente acabar con estas lagunas. «El presidente
Obama ha pedido al Pentágono que prepare opciones militares preliminares
en Siria.»
Siria dispone en efecto de fuerzas armadas y sistemas de defensa
aérea más eficaces, más difíciles de destruir con ataques aéreos.
Además, la “oposición” de Siria está más desarticulada y dispersa que la
de Libia durante la guerra, «haciendo más difícil los esfuerzos de los
aliados de la OTAN para coordinarse con los rebeldes». En consecuencia,
para atacar Siria, los aliados europeos y Canadá deberían «apoyarse
excesivamente en las capacidades de Estados Unidos».
En previsión de esta guerra y de otras (en el punto de mira está
también Irán), los aliados y Canadá están acelerando su capacidad
militar. En este marco se inserta el acuerdo, concluido en febrero de
este año, de crear en Sigonella (Sicilia) el sistema AGS (Alliance
Ground Surveillance) que, conjuntamente con los drones Global Hawk
instalados en esta base, procurará a la OTAN un cuadro detallado de los
territorios a atacar, permitiendo así atacar vehículos en movimiento.
Inmediatamente después, en marzo, los ministros europeos de defensa
se pusieron de acuerdo en un «plan ambicioso» que acabaría con otra
laguna: la insuficiencia de aviones para aprovisionar en vuelo a los
caza-bombardeos, que durante la guerra en Libia fue realizado en gran
parte por Estados Unidos.
Bravo, ustedes han comprendido la lección -dicen los analistas del
Jallc-, tienen que implicarse mucho más: «La compra de aviones y de
aparatos electrónicos costosos necesita años para llevarse a cabo». He
aquí la lección aprendida por la guerra en Libia. Los alumnos que han
aprobado el examen pasan a la guerra siguiente.
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