Este jueves, el canciller
ecuatoriano, Ricardo Patiño, ofreció una buena noticia para esa nueva América
Latina que intenta estructurarse en estos tiempos. Según el diplomático, el
presidente Rafael Correa se postulará a la reelección si así lo deciden las
bases de los grupos políticos que lo apoyan.
Es una iniciativa lógica sin
contratiempos para implementarse. Correa es el líder de un proceso progresista
con logros sociales y económicos evidentes, logró reducir la desigualdad,
implementó un salario básico digno, una reforma fiscal que aumentará los gastos
sociales, y por supuesto, grandes avances en el acceso a la educación pública
gratuita y de calidad.
Quiero decir con esto que Correa
tiene las bases para mantenerse en la presidencia por un nuevo periodo, además,
así lo necesita la Revolución Ciudadana que el propio mandatario impulsa, es un
proceso inacabado con necesidad de profundizarse, y para lograr ese objetivo,
es indispensable la figura del líder.
Es algo parecido a la situación
de Venezuela con Chávez, o en Bolivia con Evo; los verdaderos procesos de
cambios giran en torno a un líder en sus primeras décadas hasta que logran
consolidarse. La campaña del mandatario tendrá pocas dificultades, su popularidad
es altísima y la oposición ha perdido ímpetu tras una cadena de fracasos.
¿Qué significado tendría la
candidatura de Correa y su triunfo? Para Ecuador representa la continuidad de
un modelo exitoso; pero para América Latina implica mantener a uno de los
protagonistas más activos de los cambios políticos que vive la región.
Correa pertenece al núcleo duro
progresista latinoamericano, a ese grupo de presidente que hablan sin complejos
sobre socialismo y no se conforma con medidas cosméticas, sino con cambios
radicales para impulsar una sociedad realmente nueva, no solo en materia
económica, también política e ideológica. Vamos a decirlo de una forma más
sencilla: Correa es necesario en la escena política latinoamericana.
Su importancia explica los planes
estadounidenses conocidos gracias a unas declaraciones del exembajador
británico en Uzbekistán, Craig Murray, quien asegura que la CIA invierte 87
millones de dólares para lograr la derrota de Correa en los próximos comicios;
la cifra, asegura Murray, se ha triplicado tras la victoria electoral del
presidente Hugo Chávez en Venezuela.
Cierto o no, es indiscutible que
el panorama latinoamericano preocupa e incomoda a Washington. La hipotética
derrota de Chávez hubiera degradado a otros gobiernos revolucionarios de la
región, pero su victoria tuvo un efecto contrario, fue un aliento. El triunfo
de Correa es otro impulso en ese sentido.
Habrá que esperar el desarrollo
de la campaña, veremos provocaciones o planes desestabilizadores, pero lo más
probable es que el pueblo ecuatoriano, como lo hizo el venezolano, deje sin
argumentos a quienes cuestionan la popularidad de la propuesta socialista en
esta parte del mundo.
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