http://segundacita.blogspot.com/2013/02/buscando-visa-para-un-sueno.html
Por Fernando Ravsberg
Contra sus propios pronósticos Yoani Sánchez, Eliecer Ávila y la hija de Osvaldo Payá salieron de Cuba beneficiándose de la reforma migratoria que abrió las puertas de la isla, tras 50 años de trámites extremadamente engorrosos y caros.
Incluso cuando se le informó que tendría su pasaporte, la bloguera insistió en que no lo creería hasta que no lo viera. Debe estar más convencida ahora que se encuentra en Brasil, donde iniciará una gira de 80 días (¿la vuelta al mundo?) por una decena de países.
Sus contrapartes, los blogueros pro gubernamentales, iniciaron una serie de críticas burlescas contra estos viajes de la disidencia. En sus post aparecen caricaturas de Eliecer vestido de vikingo, como si visitar Suecia implicara algún tipo de traición a la patria.
Parecería que hay una descoordinación entre las autoridades de gobierno y sus publicistas. Mientras unos entregan los pasaportes a los disidentes para que puedan viajar a donde les plazca, otros pretenden ridiculizarlos por ejercer su derecho a salir del país.
El tema llegó a Facebook, donde Lenier González, de la Revista Espacio Laical, recordaba que incluso a los enemigos hay que tratarlos con ética y la profesora de periodismo Elaine Díaz sentenciaba, en broma muy cubana, que "el respeto al viaje ajeno es la paz".
No tiene nada de cuestionable que un opositor salga a recorrer mundo, creo que incluso puede llegar a ser positivo. Le permitirá observar otras sociedades y contextualizar su propia realidad, lo cual es una de las carencias de la oposición cubana.
De hecho, ya la bloguera Yoani Sánchez empezó a cambiar su discurso. Reclamó en Brasil el cese del Embargo Económico de Washington contra Cuba, exigió el cierre de la base militar estadounidense en Guantánamo y solicitó la liberación de los 5 agentes cubanos presos en EEUU.
Lo que sí resulta curioso es la facilidad y la rapidez con que estos disidentes logran sus visados en comparación con las trabas que le ponen las embajadas al resto de los ciudadanos cubanos, mucho más duras desde que La Habana abrió las puertas migratorias.
Y no es que consigan el visado de un país, es que en un mes tienen el permiso para entrar en una decena de naciones. Eso cuando me consta que muchos diplomáticos recibieron órdenes de ser más estrictos con las autorizaciones de viajes para los cubanos.
Cualquiera que haya pasado por las embajadas en La Habana en busca de una visa sabe que los trámites ahora resultan extremadamente engorrosos y caros, como paradójicamente, lo eran los de la dirección de migración de Cuba antes de la reforma.
La vida se ha complicado desde la apertura, España pide demostrar que se tienen miles de euros en un banco, México exige el estado de cuenta de la empresa en la que trabajas y Ecuador no demanda visa pero reinventó su Carta de Invitación.
Quito exige que un ciudadano ecuatoriano jure ante notario que mantendrá económicamente al viajero, demostrando que tiene solvencia. Además solo podrá invitar a un cubano cada 12 meses, así que si quiere recibir a una pareja tendrán que venir separados y con un año de por
medio.
Verdaderamente, los países que tanto reclamaron la libertad de viaje de los cubanos deberían colaborar ahora a que el ciudadano puede ejercer ese derecho. No se trata de que se les nieguen las visas a los disidentes sino de que también se las otorguen al resto.
La "comunidad internacional" debería decretar un año de gracia para que todos los cubanos que quieran obtengan sus visados. En el terreno migratorio ya Cuba se abrió al mundo, ahora solo falta que el mundo se abra a Cuba, tal y como propuso el Papa Juan Pablo II.
Entre todos EE.UU. es el país que tiene el mayor compromiso moral porque es el que más criticó las restricciones migratorias cubanas. Podría dar el ejemplo y entregar visados a todos aquellos que quieran visitar a los familiares que habitan en su territorio. Pero lo cierto es que la ilusión de los cubanos se desinfla cada vez que llaman a un consulado preguntando por los requisitos necesarios para obtener un visado. Por primera vez comprenden que tras el muro que acaba de caer había uno mucho mayor.
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