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Derrotada a nivel internacional con la Cumbre de la CELAC en La Habana
y la propuesta de negociación de la Unión Europea a Cuba y a lo interno
con la sucesión exitosa del gobierno bolivariano tras el fallecimiento
del Comandante Hugo Chávez, la estrategia de Estados Unidos para
revertir los procesos de cambio en América Latina se ha lanzado
nuevamente sobre Venezuela.
Con una
representantación política que perdió de modo aplastante las elecciones
para gobernadores y alcaldes el pasado 8 de diciembre y que ha
profundizado sus divisiones internas como resultado de sus derrotas,
Washington ha optado por apoyar los sectores más extremistas que, en palabras del diario español El País
para describir el camino hacia el derrocamiento violento del gobierno
bolivariano, “favorecen opciones más allá de las electorales para
desalojar al Gobierno de Nicolás Maduro”.
La artillería mediática ha sido empleada
para crear una percepción de represión gubernamental y esa intención no
se ha detenido ante nada. Imágenes de Egipto, Siria, Chile, Bulgaria,
España y Grecia han sido utilizadas
sin escrúpulos como si ocurrieran en la Venezuela de estos días para
justificar la violencia generada desde la oposición que incendió calles e
instalaciones públicas.
Es
que las opciones se le han ido terminando a los enemigos del chavismo.
El trabajo realizado por Chávez con el Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV) en la formación de líderes ha dado sus resultados en la
unidad con que la dirección político militar de la Revolución y su
expresión en alcaldías y gobernaciones ha enfrentado la actual lucha de
clases sin sufrir una sola deserción. Por otra parte, el enfrentamiento
al desabastecimiento y el contrabando con medidas de beneficio popular
como la Ley de precios justos cerraron el camino a la guerra económica.
Utilizando la irritación de los sectores
reaccionarios por el uso de la renta petrolera en beneficio de las
misiones sociales de salud, cultura y deportes que brindan acceso -a
través de la colaboración con Cuba- a millones de venezolanos antes
exluidos, los extremistas de la oposición -como corresponde al deseo de
quienes los financian desde EE.UU.- han querido dirigir el odio de sus
seguidores hacia la Isla. Así, el discurso del violento Leopoldo López
-a quien hasta el antichavista Henrique Capriles acaba de descalificar
en una entrevista en CNN- tomó como tribuna un monumento a José Martí antes de entregarse a las autoridades, y un editorial del diario El Nacional titulado
“¡Cubanos, go home!” recoge que desde La Habana partió hacia Caracas
“un contingente de “fusileros” entrenado en la tarea de contrarrestar
motines y reprimir manifestaciones, una especialidad en la cual han dado
muestras de gran eficacia y crueldad!”, como si en Cuba en los últimos
55 años se hubieran visto alguna vez escenas de antimotines y fusiles
disparando al pueblo.
Pero en Venezuela, y en toda América
Latina, se sabe muy bien que es desde los centros de entrenamiento
administrados por EE.UU. de donde han llegado siempre los represores
foráneos y es a ellos -en ausencia de un ejército traidor como ocurrió
en Chile, Argentina y Uruguay en la década de los setenta del siglo
pasado- a los que apuestan los fascistas venezolanos fabricando una
situación que en realidad grita: “¡Yanquis welcome!”. (Publicado en CubAhora)
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