Ángeles Diez

La
justificación con la que se presenta el plan para su aprobación en el
Congreso de Estados Unidos es que hay que adaptar al ejército al final
de las intervenciones en Irak y Afganistán, y seguir una vía diplomática para los casos de Siria e Irán, pero sobre todo porque se necesita un ejército adaptado a las “demandas estratégicas”.
La pregunta que cabe hacerse es cuáles
son las demandas estratégicas que tiene que enfrentar el ejército
estadounidense. El secretario de Defensa dice que las prioridades
políticas del presidente requieren “un ejército más pequeño pero también más ágil y mejor preparado para intervenciones puntuales y para afrontar las amenazas de Internet […] “Nuevas tecnologías, nuevos centros de poder y un mundo que es cada vez más volátil, más impredecible y en algunos casos más amenazador”[1].
Sin lugar a dudas esta propuesta de la
administración Obama en relación al número de tropas está en sintonía
con su concepción de cómo debe ser la política exterior imperial y quién
debe tener el protagonismo en ella. Como dice el periodista e
investigador Jeremy Scahill en su libro sobre las guerras sucias de
Estados Unidos en el cuerno de África, Obama no modifica la forma de
hacer la guerra de Bush, todo lo contrario, la desarrolla al máximo con
la única salvedad de que trata de reducir los costes directos en vidas
de soldados estadounidenses y aplica criterios de mayor racionalidad y
eficacia[2].
¿Cuál es esta concepción de la guerra? La
administración Obama, al igual que anteriormente la administración
Bush, considera que el mundo es un campo de batalla (su campo de batalla), que
las amenazas a los intereses de EEUU se han extendido, se han hecho más
difusas e impredecibles, y que para derrotarlas, la legalidad y las
instituciones internacionales son un obstáculo. La consecuencia lógica
es que el ejército convencional no es útil para este tipo de guerras
porque es lento, porque está sujeto a demasiadas restricciones legales y
administrativas, y porque no es eficaz en la eliminación de los
objetivos.
Por otra parte, la justificación
ideológica de sus campañas bélicas se coloca, como ya inició Clinton y
continuó Bush, en el campo de la cruzada moral: el intervencionismo humanitario y la voluntad de las masas.
La excusa que se utilizará para intervenir en cualquier parte del mundo
incluso si el gobierno ha sido elegido democráticamente es que no se
respetan los derechos humanos. En mayo del 2013, en un viaje a México,
preguntado sobre si reconocía los resultados electorales de Venezuela
y la legitimidad del presidente Maduro, Obama contestó que eso no era
lo que le preocupaba, que su enfoque para todo el hemisferio se basaba
“en nuestros principios básicos sobre derechos humanos, la democracia,
la libertad de prensa y la libertad de reunión. ¿Se están respetando [en
Venezuela]? Hay informes que dicen que no se han respetado plenamente
después de las elecciones”[3]
Hace apenas unos días la portavoz adjunta del Departamento de Estado,
Marie Harf, insistía en esta argumentación reclamando la liberación del
opositor y golpista Leopoldo López apelando a la libertad de expresión y reunión que debe garantizar el gobierno venezolano[4].
Esta guerra global mueve además muchos
recursos: fundaciones, periodistas, escritores, generales, soldados y
gente que pega tiros aunque no lleven uniformes. Además la guerra
encubierta es más eficaz que la guerra convencional para derrocar
gobiernos porque se sirve de la población civil autóctona (y de
grupos afines externos). Previamente y a veces en paralelo a la
actuación de los comandos especiales se necesita alimentar el conflicto
interno, apoyar a los sectores sociales más proclives a criticar al
gobierno que hay que derrocar, difundir la imagen de caos y violencia,
señalar quienes son las víctimas y los culpables. Para eso están los
medios de comunicación que serán una pieza clave de este tipo de guerra.
No es que antes no se haya utilizado la
guerra encubierta, desde 1947 en que el presidente Harry Truman creó la
CIA las operaciones encubiertas han sido uno de los pilares de la
política exterior norteamericana. Desde el fin de la II Guerra Mundial
hasta el 2008 Estados unidos intentó derrocar a más de 50 gobiernos,
muchos de ellos democráticos y bombardeó 25 países[6].
Sin embargo sólo ahora con Obama se desarrolla el intento que ya hizo
Reagan de poner en manos de las fuerzas especiales el liderazgo de la
guerra imperial sin ninguna supervisión ni límite por parte del Congreso
y anular de facto la Orden Ejecutiva de 1976 que prohíbe explícitamente
que Estados Unidos cometa “asesinatos políticos”.
La guerra perpetua, por cualquier
medio y en cualquier parte del mundo es el marco conceptual en el que se
inscribe tanto lo que está pasando en Venezuela[7] estos días como lo que ocurre en Ucrania.
Los medios de comunicación y la ideología fascista claves para entender la guerra sucia contra Venezuela.
Los medios de comunicación siempre han
tenido un papel destacado en las guerras encubiertas de Estados Unidos
especialmente en América Latina. En tanto que conglomerados de empresas
que comparten los mismos intereses generales que el imperio no han
tenido ningún reparo en ponerse al servicio de la propaganda imperial.
Pero si la guerra encubierta se ha convertido en la forma hegemónica de
hacer la guerra también los medios de comunicación han adquirido un
protagonismo mayor y han sufrido transformaciones en su forma de operar
impulsados por el desarrollo tecnológico.
Con las Nuevas tecnologías de la
comunicación y la información se ha añadido una mayor potencia
contaminante a la capacidad de los medios tradicionales que ahora se
servirán de las imágenes y mensajes de los ciudadanos de a pie para
hacer propaganda. La supuesta democratización de los medios masivos
gracias a Internet ha sido la oportunidad para que cientos de ciudadanos
se conviertan en un ejército de propagandistas con tweets y hashtag que , siempre que estén en la línea adecuada, serán replicados y amplificados por los medios tradicionales. Así, las redes sociales están siendo utilizadas a modo de drones para bombardear nuestras conciencias.
Las imágenes falsas y manipuladas sobre
los conflictos en las calles en Venezuela que han inundado Internet
estos días han circulado mayoritariamente a través de las redes sociales[8].
Algunos medios tradicionales también las han usado pues la inmediatez,
la urgencia y la credibilidad que se otorga a los supuestos testigos
directos siempre es mayor que la que puede aportar un periodista
contratado por un medio que puede ser acusado de tener una ideología.
Los activistas sociales a través de las redes se convierten en la
tapadera perfecta para que los medios utilicen estas imágenes sin
necesidad de contrastar ni verificar las fuentes. Porque, en realidad lo
que importa es que estas imágenes circulen e inunden Internet ya que
reforzarán la matriz previamente creada por los medios masivos. Si se
trata de imágenes o noticias falsas no importa ya que sirven igualmente
para reforzar los mensajes adecuados.
La buena voluntad, los buenos
sentimientos y las emociones que provocan estas imágenes son utilizadas
en contra nuestra para provocar repulsa hacia el gobierno venezolano y
para justificar, en última instancia, el derrocamiento de un gobierno
democráticamente elegido y con el apoyo mayoritario de su población.
La guerra en cualquier parte del mundo
necesita la rapidez y versatilidad que ofrecen las nuevas tecnologías.
No es casual que junto con la reducción del número de soldados la
Administración Obama se plantee destinar mayores recursos a las amenazas
de Internet. Además de replicar las imágenes y mensajes que refuerzan
la línea de las editoriales los medios masivos se servirán de la
publicación de los comentarios a sus noticias que apoyen la línea
correcta creando la impresión de que existe una opinión pública ya
formada en contra de la cual será muy difícil situarse. Sin duda hay
empresas e individuos pagados que hacen determinados comentarios en los
blogs de los periódicos y en las redes formando parte de un nuevo
ejército no regular de propagandistas.
Los medios masivos continúan cumpliendo
su tarea en los golpes de Estado al preparar las condiciones subjetivas.
En realidad, son ellos, previa orientación, quienes eligen a la
oposición –preseleccionan al candidato que tiene mejor imagen- le dan la
forma correcta, silencian su peor cara, preparan, en definitiva la
opción de salida. Se nos puede acusar de fomentar la teoría de la
conspiración si no fuera porque los cables de Wikileaks donde
se publican los correos de agencias de espionaje y embajadas de Estados
Unidos encontramos comunicaciones en las que los medios de comunicación
antigubernamentales son contenidos habituales de dichos mensajes. Por
ejemplo, en diciembre del 2011 Wikileaks publicaba varios cables de
correos entre miembros de la empresa Stratfort (tapadera de los servicios de inteligencia USA) donde aparecían artículos de El Universal
recogiendo los planes de Leopoldo López de abrir a empresas extranjeras
las inversiones en el petróleo venezolano, o la promesa de purgar las
agencias de policía[9].
Pero la figura de Leopoldo López como plan B
en caso de que no resultara la opción de Henrique Capriles viene de más
atrás. Ya en el 2008 los cables de Wikileaks mostraban a López como una
opción para desestabilizar al gobierno venezolano. Se le mencionaba al
menos 77 veces y, en uno de ellos, cuando se da cuenta de la visita del
senador estadounidense Ron Wyden, se señala que: “el senador y su
equipo discutieron posibles estrategias de medios con López y métodos
para trasladar de manera eficiente su mensaje al público en EE.UU.” En
otro cable se informa de la reunión de la embajada de EEUU con la
asesora legal de López en la que se explica que convertir a López en
víctima de las maquinaciones del chavismo estaba haciendo que su
popularidad aumentara[10].
Así pues, todo a punta a que la guerra sucia contra Venezuela tiene una
dirección a distancia situada en territorio estadounidense y que el
mapa de vuelo ha ido cambiando según la coyuntura.
En relación a los golpes de Estado los
medios masivos se han adaptado a las nuevas formas de intervención del
imperio y al cambio de coyuntura, especialmente en América Latina. La
deslegitimación de la derecha latinoamericana, las experiencias de los
gobiernos neoliberales, el fracaso de todas las promesas liberales y
capitalistas y el triunfo de gobiernos progresistas en toda la región ha
dado lugar a una derecha fragmentada, enfrentada y debilitada. En los
golpes de Estado tradicionales el papel de los medios de comunicación se
dirigía principalmente a la difusión de la propagan y reforzamiento de
las élites. Una parte importante de los ejércitos, formada en la
tristemente famosa Escuela de las Américas, era golpista, y las élites
contaban con una base social amplia.
Ahora los medios tienen que ser mucho más activos pues junto con la construcción del liderazgo opositor tienen que crear una base social que ha quedado muy disminuida en la mayor parte de los países con el empobrecimiento de las clases medias.
Tienen que construir una realidad inexistente y si los esfuerzos por
persuadir a la población venezolana de que han de votar a la oposición
no dan sus frutos necesitan acrecentar el bombardeo hacia la opinión
pública internacional. En el caso de Venezuela, con las informaciones de
que disponemos de los cables difundidos y por el seguimiento
sistemático de las noticias de los medios masivos en las campañas
electorales, los medios parecen haber asumido la tarea de unir a la
oposición, de construir el liderazgo político y de convertir a grupos
acomodados de venezolanos en “el pueblo venezolano”. Por eso estamos
viendo unas formas de mentir, de tergiversar, de manipular tan
agresivas, tan violentas y tan claramente subordinadas a las directrices
imperiales. Si los SEAL tienen licencia para matar los medios tendrán licencia para engañar.
Los periodistas están actuando como
“para-periodistas”, funcionan como los mercenarios a sueldo sin ninguna
restricción ética o profesional. Sin duda hace tiempo que la función de
los medios masivos no era informar sino hacer propaganda pero el nivel
ha subido tantos decibelios que es difícil pensar que se trata de una
casualidad.
Los medios masivos señalan los objetivos y marcan la estrategia de la guerra, las redes sociales disparan. La
ideología que está detrás de esta nueva forma de guerra masiva y
permanente coincide en rasgos básicos con una ideología fascista.
El fascismo nunca ha sido enemigo del
capitalismo, todo lo contrario. Pero el fascismo italiano y el nazi eran
fuertemente nacionalistas y esto representaba un peligro para la
expansión global del capital. Ahora, el fascismo como ideología sirve a
intereses globales, no tiene una esencia nacionalista. Ha dejado de ser
una ideología sin más para ser una opción de poder necesaria para la
continuidad del capitalismo. Parece como si desde las instancias de
poder se contemplara esta opción ideológica como la mejor para acabar
con la democracia en aquellos países en las que sus poblaciones hayan
elegido inadecuadamente. Presentado como un movimiento de masas y
desprovisto de rasgos ideológicos que pudieran ser rechazados por la
opinión pública internacional, asimismo tratarán de justificar las
imágenes de violencia como algo inevitable dada la represión
gubernamental.
De ahí que se alimente desde los medios
la idea de que es el pueblo venezolano en las calles quien pide el
derrocamiento del gobierno y se oculten las imágenes más violentas de
quienes promueven y alientan estas manifestaciones que no tienen nada de
pacíficas. Se reinterpretan los actos violentos y se trasfiere la
culpabilidad al gobierno en vez de a la oposición.
Ante el recalentamiento global que hace
surgir multitud de movilizaciones en todo el planeta, ante la
posibilidad de que proyectos soberanistas e independientes se hagan con
el poder Estatal se alimenta el fascismo y los medios deciden cuales sí y
cuales no son las movilizaciones legítimas.
La guerra encubierta para derrocar gobiernos necesita presentarse como movimiento de masas. Estas masas violentas necesitan: recursos materiales y cobertura mediática.
Las imágenes de movilización social, las
calles, no las imágenes de los militares, son las que permitirán
legitimar simbólicamente el derrocamiento de un gobierno “los pueblos no
se equivocan” dirán los intelectuales. Así, frente a las imágenes
clásicas de golpes de Estado con los militares ocupando las sedes
parlamentarias, incendiando, disparando… en vez de los bombardeos a la
Casa de la Moneda en Chile tendremos las imágenes de ciudadanos
corrientes ocupando las calles, haciendo barricadas, disparando y
ocupando las sedes de las instituciones. En estos momentos el
discurso de la institucionalidad, de la legalidad y de la democracia
están dejando paso al discurso de “las calles” hablan. Los medios no
utilizarán el término golpe de Estado sino “cambio de régimen”, porque
los ciudadanos no dan golpes de Estado. La legalidad pasará a un segundo
plano como defiende Obama en sus discursos.
Para que todo esto funcione primero se
han sembrado las ideas, después, cuando surge la crisis, es el momento
de impulsar la salida política correspondiente. La multiplicación de
mensajes tóxicos durante los momentos de crisis producirá un colapso sensorial que paralizará la razón y el entendimiento, generará impotencia y el reclamo de una salida.
Friedman el ideólogo de los “Chicago boys” y del golpe de Estado en Chile dirá en Capitalismo y libertad:
“Sólo una crisis –real o percibida como tal- produce un verdadero
cambio”. Y “cuando sucede una crisis así, las medidas que se emprendan
dependen de las ideas sembradas y cultivadas hasta el momento. Y esa,
creo yo es nuestra función básica: desarrollar alternativas a las
políticas existentes, y mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo
políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable”[11]
Las consignas de ideología fascista que han ido sembrando los medios masivos en Venezuela tienen cuatro ejes: crisis económica (escasez), violencia (del gobierno), juventud reprimida (estudiantes) e injerencia extranjera (cubana).
Crisis económica: A pesar de la
mejora de todos los indicadores económicos, especialmente los
relacionados con la mejora de las condiciones sociales. A pesar de las
políticas del gobierno de Maduro controlando el desabastecimiento, el
acaparamiento y los intentos de reventar la economía, los medios masivos
han sido constantes en presentar la imagen de caos económico. El
responsable de la situación ha sido, según los medios masivos, el
gobierno y no las élites económicas que han disparado los precios de los
productos. Sin duda es un clásico de la ideología fascista dirigirse
hacia los sectores que ven afectados sus intereses por las políticas
gubernamentales que favorecen a las clases populares. La crisis que
viven estos grupos sociales se presenta como si afectara al conjunto de
la población venezolana. Es así como la parte se convierte en el todo.
La violencia: Los medios de
comunicación han magnificado todo lo que tiene que ver con los datos de
violencia en Venezuela descontextualizando la situación y sin
relacionarla con el periodo anterior al triunfo de la revolución
bolivariana. La violencia en Venezuela aparece en los medios como un
fenómeno actual vinculado incluso a las políticas del gobierno. En
contraposición, se ha trabajado mediáticamente la imagen de una
oposición pacífica, no violenta, respetuosa de la legalidad –nada más
lejos de la realidad-. La palabra paz ha sido una constante en todos los
discursos de la oposición en clara contradicción con sus actuaciones.
En los últimos acontecimientos los medios
de comunicación se han encargado de encubrir la violencia de los
manifestantes y de establecer relaciones causales entre los actos
vandálicos de las calles y la política del gobierno de Maduro (esto
también se ha dado en el caso de Ucrania). Han producido la inversión
causa efecto presentando al gobierno como responsable de los disturbios.
Al mismo tiempo se presenta a los violentos como víctimas porque es la
forma en que se consiguen las simpatías de los espectadores en el
exterior, se encubre la ideología de los manifestantes y su extracción
social para lograr mayor empatía con los manifestantes y mayor rechazo
del gobierno. Sin duda, también la violencia de las masas es un clásico
del fascismo.
La juventud: Para todos los
movimientos fascistas la juventud ha sido una pieza clave. Más
influenciable a través del manejo de las emociones, menos paciente, más
dispuesta a tomar iniciativas, menos controlable. Pero no son la mayoría
de los jóvenes venezolanos los que son retratados en los medios sino
los jóvenes de las clases altas. Estudiantes universitarios acomodados
son entrevistados en los medios masivos apareciendo como si fueran los
representantes de la juventud venezolana en su totalidad. Asimismo, en
el imaginario social, juventud es un término cargado de
significantes positivos y dignos de admiración. Las simpatías que
despiertan son siempre mayores pues se les identifica con el futuro, los
cambios, el progreso, el avance, es decir, el cambio.
Injerencia extranjera: De la
injerencia imperial de Estados Unidos, sobre la que existen multitud de
evidencias contrastables, los medios ocultan estas actuaciones y cuando
son desveladas se minimizan o se acusa a los que las denuncian de
conspiranoicos. En contraposición los intercambios de médicos y técnicos
cubanos aparecen en los discursos de la oposición, las noticias y
editoriales de los medios, como ingerencia de “la dictadura castrista”.
Estas cuatro claves de la propaganda contra el gobierno popular bolivariano son los misiles que trasportan los drones mediáticos dirigidos a distancia desde Washington.
* Conferencia impartida el día 27 de
febrero de 2014 organizada por el Movimiento Mundial de Solidaridad con
Venezuela de Madrid.
**Ángeles Diez es Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid
[1] El Mundo, El pentágono propone un recorte del ejército a niveles previos a la II Guerra Mundial 24/2/2014, http://www.elmundo.es/internacional/2014/02/24/530b999522601d131c8b459a.html
[2] Jeremy Scahill, Guerras Sucias. Ed. Paidós, Barcelona, 2013.
[4] El Universal, 20/2/2014
[5] Mando Conjunto de Operaciones Especiales
[6]
1954 intervino en la caída de Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1960
bombardeó Guatemala, en 1961 la invasión de Playa Girón, entre 1955 y
1975 la guerra de Vietnam, en 1964 en Panamá, en 1965 en República
Dominicana, en 1967-69 en Guatemala, en 1980-90 interviene en el
Salvador y en Nicaragua apoyando a los Contras, en 1983 invade Granada,
en 1994 en Haití, etc.
[7]
En un informe de tres centros de investigación y análisis de EEUU
publicado en septiembre del año pasado se señalaba que “ las Fuerzas
Especiales serán cada vez más empleadas en América Latina para tareas de
capacitación, de recaudación de inteligencia y otras misiones
militares, bajo el rubro del viejo esquema de la lucha antinarcóticos”.
[…] En lugar de construir bases, emplear la Cuarta Flota o lanzar
paquetes de ayuda de “gran envergadura” como el Plan Colombia o la
Iniciativa Mérida, el involucramiento de las fuerzas armadas
estadounidenses se está haciendo más ágil y flexible, pero aún menos
transparente. http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/09/27/aumenta-capacidad-operacional-de-estados-unidos-en-america-latina-y-el-caribe/ .
[8] Sandra Russo, Las falsas fotos sobre Venezuela, http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-240368-2014-02-22.html; Pascual Serrano, Venezuela y Twitter la orgía desinformativa, http://www.eldiario.es/zonacritica/Venezuela-Twitter-orgia-desinformativa_6_229987023.html
[9] Buscador de Wikileaks: http://search.wikileaks.org/gifiles/?viewemailid=207327
[11] Citado por J. Scahill en Guerras sucias, Paidós, Barcelona 2013, p. 49
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