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En España fuimos los primeros en hablar de la homología entre la proteína de espiga de este virus sintético SARS CoV 2 y las proteínas retrovirales humanas como las sincitinas, imprescindibles para la reproducción. Hoy sabemos que estas «vacunas» sobre todo las de ARNm pueden suponer graves trastornos como los abortos espontáneos (1), reportados por mujeres de medio mundo.
Ahora se confirman, mediante cada vez más numerosos estudios, las enfermedades autoinmunes (2), (3).
¡Estaba claro! La proteína de espiga la tenemos todos los humanos, es una proteína de clase I retroviral, necesaria para la fusión de nuestros propios coronavirus endógenos con tejidos de todo el cuerpo donde también se expresan como moléculas de señalización del transcriptoma humano. (Porque los virus endógenos humanos NO son patógenos, son parte de la vida).
¡Cómo va a ser patógena nuestra propia información biológica!
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La reactividad cruzada ocurre cuando existe una homología de secuencia de aminoácidos entre un «patógeno» (traducción 👉 secuencia genética que inoculan en las «vacunas» COVID 19) y las proteínas del tejido propio.
En este mecanismo, los anticuerpos formados contra el SARS-CoV-2 también se unirían a las proteínas de los tejidos humanos, lo que provocaría una reactividad autoinmune.
REFERENCIAS.
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