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12 enero, 2013

De Casas Embrujadas, Fantasmas y Espiritistas



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Como todo lo que llamamos moderno, el espiritismo tiene su origen en 1848, o sea siglo XIX. Quien quiera decir que tiene un origen antiguo, se equivoca, todos los “ismos” que conocemos y los tildamos de modernos, surgirán en el siglo diecinueve y no antes. Y para hacerlo más moderno, este movimiento nace en los Estado Unidos y luego en Francia donde se desarrolla. La primera casa embrujada o como la llamaban antes, el lugar fatídico, fue la de la familia Fox en Hydesville, donde se escuchaban voces, se movían objetos, todos fenómenos que siempre han existido, pero en la antigüedad no se los daba importancia y más bien se los despreciaba. Lo único nuevo de estos fenómenos fue la fascinación de aquellos que creyeron que esto era obra de muertos y que se podía comunicar con ellos. Y es aquí donde reside lo que conocemos ahora como espiritismo, la comunicación burda y fútil con los muertos. Nunca antes cultos antiguos se habían degenerado en una comunicación con los muertos y ni la peor brujería había sido interpretada como señales de los difuntos. Y el engaño inició: una vez creada la razón, se inventó al comunicador o médium y a la reunión se la llamó sesión. Esto no hubiera pasado a mayores, pero posteriormente se extendió por Europa y se la intelectualizó, causando graves problemas no sólo a quienes la seguían, sino al mundo entero. El francés Hyppolite Rivail que después cambió su nombre a Allan Kardec fundó la Escuela Espiritista. A su vez firmó los libros teóricos que sentaron las bases del movimiento espiritista o espírita. Dentro de este movimiento existían literatos franceses, ocultistas más o menos científicos, y futuros miembros de lo que sería la Sociedad Teosófica, una sociedad la cual establece tener una inspiración especial de lo divino por medio del desarrollo espiritual. Esto es algo llamativo ya que luego nos topamos que el ocultismo, el teosofismo y el espiritismo rivalizan y polemizan entre sí. Esta contradicción siempre convivió y convive en los movimientos neoespiritualistas, y esto lo podemos ver en el 1er. Congreso Espiritista en Cleveland, donde asistieron ocultistas renombrados como Papus y personajes vinculados con el teosofismo como Madame Harclinge-Britten. En definitiva todos son distintos, ninguno es esencial, todos fraternizan y pugnan. Con esto queda demostrado que lo que ahora damos por ciencia exacta y verdades ocultas, no son más que asuntos humanos, para lograr un fin poco claro. Todos son marionetas, que cumplen su papel para obtener el objetivo final, deshumanizarnos y hacer que desgastemos nuestras energías en banalidades y falacias.

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