JEAN-GUY ALLARD
Vomitó en un avión, por borracho, sobre su
colega y mentora, la ultraconservadora Ileana Ros-Lehtinen. Confiesa
haber participado en los nada mesurados “foam parties” de la gay South
Beach, en Miami; y ahora intenta convencer a sus interlocutores de la
derecha moderada de ser “tolerante” con la “intolerancia” de sus
coreligionarios de la extrema derecha norteamericana.
Se trata del joven estrella “cubano” de los republicanos que
pretende acceder, tarde o temprano, a la presidencia de la república:
Marco Rubio.
En junio 2012, el semanario Miami New Times, consagraba un artículo al libro de autopromoción que acababa de publicar Rubio, An American Son – Un hijo americano – en el cual contaba su joven vida, una obra nada inmortal.
El autor, Kyle Munzenrieder, señalaba cómo el flamante líder
conservador relataba, paradójicamente, – siendo un farandulero de la
línea dura – que frecuentó los controvertidos “foam parties”,
literalmente “fiestas de espuma”, de la célebre playa de South Beach,
conocida por sus restaurantes, bares y su clientela.
Tan marcada era su adicción por las fiestas, que el hoy senador
escribe que una noche, su ahora esposa, Jeanette, le dijo que si él iba
este día a un club nocturno, su relación con ella terminaría. Él fue de
todos modos, otra vez, a una “fiesta de espuma” y describe cómo la
dicha espuma “bajaba del techo” y sus zapatos pasaron de negro a
blanco.
En una tal fiesta, se recuerdan los aficionados, que se bombeaba en
una pista de baile cerrada galones y galones de espuma jabonosa, creando
lo que equivale a una bañadera gigante en la que se animaba a los
participantes a resbalarse, deslizarse y a bailar en trajes de baño o
ropa interior.
En este mismo libro, Rubio – hoy símbolo de austeridad y
conservadurismo – narra como realizó una hazaña etílica que no
corresponde precisamente con su nueva “personalidad”.
Cuenta como siendo totalmente borracho logró vomitar sobre quien le
enseñaba a convertirse en “joven y carismático líder” de la más
recalcitrante derecha gringa, aprovechando su “look” a la Ricky Martin y
su identidad “latina”.
Era después de una asamblea a favor de Bob Dole en New Hampshire. En
el vuelo de regreso a Miami, participó en un “concurso de vodka” que
terminó vomitando sobre la Ros-Lehtinen.
“Me di cuenta que no podía más (con el vodka)”, escribe. “Yo iba a
vomitar a la vista de algunos de los republicanos más destacados en la
Florida”.
“La congresista Ileana Ros-Lehtinen estaba sentada a mi derecha. A mi
izquierda se encontraba un organizador político voluntario muy
conocido. Me quedaba vomitar sobre una congresista o sobre un compañero
voluntario. Elegí la congresista”.
A TOLERAR LOS INTOLERANTES
El presidente aspirante Rubio, niño lindo de Ros-Lehtinen y
de unos cuantos de sus semejantes, acaba de escribir otro sorprendente
capítulo caótico de sus aventuras, al exhortar en un discurso
pronunciado ante académicos de la Universidad Católica de América, a la
“tolerancia” con aquellos que son intolerantes hacia el matrimonio gay.
“Hoy en día hay una creciente intolerancia en este tema, la
intolerancia para aquellos que siguen apoyando el matrimonio
tradicional”, dijo.
El republicano de Florida reconoció que la historia de EEUU está
“empañada” por la discriminación contra gays y lesbianas, pero agregó
que la tolerancia tiene que ser “una calle de dos vías.”
El Miami New Times analiza esta intervención inusitada de Rubio y
llega a la conclusión que se trata de un intento para recuperar a
quienes podrían dudar de sus convicciones. Tal vez, sugiere irónicamente
el periódico, “Por favor toleren mi intolerancia” sería un buen lema
para su campaña 2016.
Rubio siempre rumorea su aspiración a la presidencia y está tratando
de reconstruir el apoyo perdido entre los conservadores después de
liderar un fracasado proyecto de reforma migratoria.
Un marketing bastante característico de la “democracia”
norteamericana donde un candidato se vende como una hamburguesa o un
detergente, según las tendencias del mercado.
Y donde un aficionado a los “foam parties” y los concursos de vodka
en aeronaves puede convertirse en puritano emérito, según las conjeturas
de sus esponsores y las profecías de las encuestadoras.
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