La prostitución tiene diferentes rostros.
“Caracol Radio, una cadena repudiable”
“Caracol Radio, una cadena repudiable”
Venezuela no puede quedarse sola en esta hora. Denunciar y repudiar a los farsantes de la prensa es comenzar a ayudarla. Repugna sinceramente escuchar a Caracol Radio, a sus periodistas estrella Darío Arizmendi, Gustavo Gómez y Erika Fontalvo, entre otros, verdaderos reptiles de la desinformación, calumniadores de profesión, correveidiles del imperialismo y la más oscura reacción.
Son tantos los lacayos que cumplen ese papel, y de tal variedad, que casi se pierde el tiempo en contradecirlos. Caracol Radio, sin embargo, amerita el intento, pues ha sabido convertirse en una verdadera arma de destrucción masiva que alienta diariamente al crimen y al terror.
Sabemos que compite en eso con Yolanda Jaimes, el Capi y el resto de la banda de RCN, la otra gran cadena radial de la oligarquía colombiana. Pero es que ante la alternativa de una empresa periodística oscurantista y servil, Caracol Radio se esmera por ir más allá en su papel rastrero.
Su idea es conseguir del público el culto devoto a la serie de ídolos que ellos mismos le fabrican con su discurso. El primero de los cuales es la lógica justa del mundo actual, en el que el poder de los Estados Unidos de América además de imbatible resulta indiscutible.
Se trata del orden mundial del capital, de las poderosas transnacionales y sus exitosos propietarios mayoritarios, elevados por cuenta de sus caudales a la condición de héroes de la humanidad. Nadie más importante y bueno que ellos. Nadie más malo que sus gratuitos enemigos.
Por eso ideas como las de la explotación, la injusticia, el saqueo a los pueblos, la violación a su soberanía y demás de esa naturaleza les resultan tan ajenas y ridículas. Pertenecen a gentes sin sentido, que tienen bien ganadas todas las guerras y bombas que reciben.
Es notorio el odio que destilan contra todas las luchas que buscan dignificar los pueblos. Sin importar que asuman formas pacíficas, democráticas, civilizadas. Basta con que el imperio o los poderes nacionales a su servicio las condenen, para que ellos se encarguen de maldecirlas.
Son tan habituales en Caracol Radio sus rabiosas condenas contra Cuba, contra la Venezuela Bolivariana, contra los gobiernos de Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, que apenas cabe campo a la imaginación para concebir regímenes más totalitarios y crueles.